Benito Pérez Galdós

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Benito Pérez Galdós

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Benito Pérez Galdós (Las Palmas de Gran Canaria, 10 de mayo de 1843-Madrid, 4 de enero de 1920) fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español.

Citas[editar]

  • «A poco de llegar a Madrid, ya estaba el español errante agarrado a sus cuartillas escribiendo Miau. El frenesí de emborronar papel llevóme luego a trazar La incógnita... Inmediatamente emprendí Realidad».[2]
    • Fuente: «Memorias de un desmemoriado» (1915), en Recuerdos y memorias (ed. Federico Carlos Sainz de Robles). Madrid: Tebas, 1975, p. 214.
  • «Como el agua a los campos, es necesaria la educación a nuestros secos y endurecidos entendimientos».
    • Fuente: Soñemos, alma, soñemos.[4]
  • «Don Nicolás María Rivero, que jamás aceptó ninguna cruz y tenía las extranjeras (que son irrenunciables) olvidadas en el último cajón de su cómoda, decía que a todo español, en el momento de nacer, se le deberían adjudicar todas las cruces grandes y chicas del orden civil, y luego írselas quitando a medida que en el desarrollo de la vida fuese adquiriendo méritos. De este modo al llegar a los puestos más eminentes y al adquirir toda la gloria posible, se le despojaría de la última insignia, y la historia diría de él: “Para que se comprenda lo que valía Fulano baste decir que no le quedaba ya ninguna cruz.” Con esta burlesca paradoja expresaba aquel hombre tan ingenioso su escepticismo en materia de honores condecorativos».[5]
    • Fuente: «Fuera de España» (Madrid, noviembre 14 de 1887).[5]
  • «El amor es un arte que nunca se aprende y siempre se sabe».[6]
  • «El dinero lo ganan todos aquellos que con paciencia y fina observación van detrás de los que lo pierden».[7]
  • «Entré en la Universidad, donde me distinguí por los frecuentes novillos que hacía, como he referido en otro lugar. Escapándome de las cátedras, ganduleaba por las calles, plazas y callejuelas, gozando en observar la vida bulliciosa de esta ingente y abigarrada capital. Mi vocación literaria se iniciaba con el prurito dramático, y si mis días se me iban en "flanear" por las calles, invertía parte de las noches en emborronar dramas y comedias. Frecuentaba el Teatro Real y un café de la Puerta del Sol, donde se reunía buen golpe de mis paisanos».
    • Memorias de un desmemoriado, II.
  • «Este partido [Partido Republicano] está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos... Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora... Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable que hay en la España política».[10]
  • «Imagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo grande y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la reproducción...».[11]
    • Fuente: «La sociedad presente como materia novelable». Discurso ante la Real Academia Española, con motivo de su recepción, 1897.[11]
  • «Si alguna calidad posee el que esto escribe, digna de la estimulación de sus amigos, es la de vivir con el oído atento al murmullo social, distrayéndose poco de ese trabajo de vigía o de escucha: trabajo que subyuga el espíritu, se convierte en pasión y acaba por ser oficio».[13]
    • Fuente: Electra, año I, número I (16 de marzo de 1901)[14]
  • «Yo no tengo la culpa de que la vida se nutra de la virtud y del pecado, de lo hermoso y de lo feo».[15]

Reflexiones y opiniones[editar]

  • «Amenguada considerablemente mi vista, he perdido en absoluto el don de la literatura. Con profunda tristeza puedo asegurar que la letra de molde ha huido de mí, como un mundo que se desvanece en las tinieblas».[16]
    • 1915
  • «A pesar de toda mi labor pasada, si en el presente quiero vivir no tengo más remedio que dictar todas las mañanas durante cuatro o cinco horas y estrujarme el cerebro hasta que dé el último paso en esta vida».
    • Fuente: Entrevista en la revista El Caballero Audaz (c. 1915)
    • Nota: De acuerdo con Pedro Gómez Aparicio (1974), a raiz de esta entrevista, otra revista, La Esfera, se puso en contacto con Galdós para publicar por entregas (quince entregas entre 1915 y 1916) sus Memorias de un desmemoriado.[17]
  • «Como excelente medio de propagación, la entrega ha podido difundir lo malo; pero en igualdad de condiciones puede extender lo bueno y darle una extraordinaria circulación con la rapidez y la ubicuidad del periódico».[18]
    • Fuente: Revista de España, XV (1870), pp. 164-5
  • «Creo que la literatura debe ser enseñanza, ejemplo. Yo escribí siempre, excepto en algunos momentos de lirismo, con el propósito de marcar huella. Doña Perfecta, Electra, La loca de la casa, son buena prueba de ello. Mis Episodios nacionales indican un prurito histórico de enseñanza. En pocas obras me he dejado arrastrar por la inspiración frívola».[20]
  • «Mientras más libros vendo, menos dinero gano. Voy a ser el único editor que se haya arruinado a fuerza de vender muchas ediciones».[16]

Fragmentos periodísticos sobre su vida política[editar]

  • «Este partido está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos. Tienen más que los monárquicos. En cada capital hay cincuenta que quieren imponer los caprichos de su vanidad y de su ambición a todos sus correligionarios... Y si nada más hubiera esos cincuenta, menos mal. Luego vienen los caciques de distrito y los de barrio... ¡Oh! !Esos vejestorios endiosados de Comité local y de barriada! ¡Papas rojos, que se creen infalibles e indiscutibles!
    Para hacer la revolución, lo primero, lo indispensable, sería degollarlos a todos. Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora. Sería cosa de emigrar. Suerte que no hay miedo a que la traigan. ¡Hay cada revolucionario que tiene un miedo feroz a la revolución!... Hubiera usted visto a algunos de ellos cuando la semana roja de Barcelona, cuando aquí se dijo que iba a estallar la huelga general, irse huyendo de Madrid como ratas... No sé qué diablos ocurría entonces, que a todos les salían negocios en provincias, o tenían por esas tierras de dios parientes enfermos de gravedad, que los llamaban... ¡Y para ver este espectáculo me vine yo de Santander e interrumpí mi veraneo!... Luego, son muchos los republicanos que no quieren que venga la República, porque no les conviene; van muy bien en el machito, haciendo la farsa de la oposición, sirviendo de comparsas en esta política repugnante, representando su papel de diputados o de concejales, u otros papeles peores.
    En este partido son muy pocos los directores que trabajan desinteresadamente por el ideal; la desorganización es indescriptible, no se puede imaginar; no hay espíritu de disciplina, ni siquiera instinto de conservación... Si no fuera porque veo esos caciquitos ir a su avío, sin saber disimularlo, creería que estaban locos. No se puede hacerlo peor para facilitar la victoria al adversario e imposibilitar la propia... Estoy harto de luchar sin esperanza de salvación entre tanta miseria. Así están disgregando la masa republicana, infiltrando el escepticismo entre los soldados de fila... ¡Oh! Usted no puede darse idea de lo que aquí se persiguen unos odios a otros y unas vanidades a otras... ¡Con qué ensañamiento, con qué perfidia, empleando todos los medios, hasta la difamación y la calumnia!
    Ha habido día que pensé meterme en casa y no ocuparme de política. Pero lo he pensado mejor. Voy a irme con Pablo Iglesias. Él y su partido son lo único serio, disciplinado, admirable, que hay en la España política. […] ¡Es por el socialismo por donde llega la aurora!».[22]
    • Fuente: El Imparcial, 13 de mayo de 1910, siendo diputado de la Conjunción Republicano-Socialista.
  • «Esto es insoportable. Esto es nauseabundo. En este partido se tropieza por excepción con hombres sinceramente republicanos, con hombres que deseen el advenimiento de la República».[22]
  • «Estoy satisfechísimo del resultado de las últimas elecciones. El Censo se ha convertido en republicano. Los socialistas nos han ayudado con desinterés y entusiasmo sin ejemplo. Ahora todos somos unos. El único programa es traer la República. Si no lo creyera posible me hubiera retirado. Tengo fe en el pueblo. No soy partidario de la revolución a plazo fijo, porque son peligrosas y poco duraderas. Los republicanos tenemos ahora una gran misión que cumplir y es la de republicanizar a España...».[23]
    • Fuente: El Liberal, Murcia, 27-XII-1909
    • Nota: Declaraciones tras la victoria de la Conjunción Republicano-Socialista en las elecciones municipales del 12 de diciembre de 1909.
  • «... Frente a cada escuela católica hay que levantar una laica. La mayoría de los Ayuntamientos presupuestan grandes cantidades para las asociaciones religiosas dedicadas a la enseñanza. Este es el mayor estigma y el más elocuente ejemplo de nuestro atraso...».[23]
    • Fuente: El Liberal, Murcia, 27-XII-1909
    • Nota: Declaraciones tras la victoria de la Conjunción Republicano-Socialista en las elecciones municipales del 12 de diciembre de 1909.

Citas por obras[editar]

Artículos en prensa[editar]

La Nación[editar]

  • «El agua ya no quiere ser agua, y es cristal resbaladizo: el aire no quiere ser aire, y es navaja de afeitar: el fuego no calienta, ni derrite, ni quema».[24]
  • «El vil metal es causa de todos los conflictos: todas las crisis políticas son juegos de chicos, comparadas con una crisis financiera».[4]
  • «No es la Discordia, es la crisis. La crisis financiera, que es la más terrible de las crisis. La/ pobreza, mas no de uno, sino de todos los españoles, la bancarrota de una nación, la sublimidad del desfalco, el trueno reducido a su más augusta expresión».[4]
    • Fuente: «Dinero, dinero, dinero». La Nación, 1865

Obras de teatro[editar]

Novelas[editar]

Citas sobre Galdós y su obra[editar]

  • «Abundan en la buena sociedad los adulterios, que Echegaray en muchos dramas, y Galdós en Realidad, han utilizado con diferente criterio. Porque, acostumbrados los abonados a perdonar como el Orozco de don Benito, prefieren ver en la escena lo que no se han atrevido a hacer: pegar el tiro echegarayesco a los adúlteros».[25]
    • Valle-Inclán
    • Fuente: Dougherty, D. 1983. Un Valle-Inclán olvidado: entrevistas y conferencias, p. 100. Madrid, Fundamentos.
  • «A finales del siglo XIX y principios del XX, España conoció a una generación de escritores portentosos que fueron los maestros de nuestro pensamiento. Yo conocí a la mayoría, conocí incluso al gran Galdós, del que más adelante adaptaría Nazarín y Tristana, mayor que los otros y de otra escuela. A decir verdad, solo lo vi una vez, en su casa, muy viejo y casi ciego, al lado del brasero, con una manta en las rodillas».[26]
    • Luis Buñuel
    • Fuente: Mi último suspiro, Editorial Debolsillo
  • «Como los revolucionarios, con quienes le tocó convivir y que fueron sus amigos, Giner a la cabeza, Galdós es profundamente religioso, pero no católico; hondamente cristiano, pero furibundo anticlerical».[27]
  • «Concretamente, él es quien incorpora e la novela las promesas, soliviantos y desengaños que acompañan al movimiento revolucionario; y al hacer eso radicaliza, por así decirlo, la ficción novelesca, inyecta en ella una tensión ideológica que no es sino reflejo de la radicalización que se ha producido en el mundo real y que el propio novelista siente con aguda intensidad».[28]
    • Juan López-Morillas
    • Fuente: Hacia el 98: literatura, sociedad, ideología. Madrid: Ariel, 1972, p. 30.
  • «Conservé lo esencial del personaje de Nazarín tal como está desarrollado en la novela de Galdós, pero adaptando a nuestra época ideas formuladas cien años antes, o casi».[26]
  • «Con su modestia en vestir corría parejas (sic) la frugalidad, nunca quebrantada, de la comida. Comió siempre poquísimo y sin ninguna complicación ni variedad. De todos los alimentos, era la fruta el que mayor deleite le causaba. Hasta las últimas complicaciones de su uremia, próximas a la muerte, gustó los plátanos de su tierra, con las harinas que fueron el primer alimento de su niñez».
  • «El idioma de Galdós es el lenguaje corriente, sencillo, lenguaje impregnado de las inflexiones, el tono y las resonancias de la palabra hablada; al tiempo de leerlo sentimos la impresión de estar escuchándolo y de oírlo con el acento y hasta el volumen que cada palabra tendría si estuvieran diciéndola a nuestro lado...».[32]
    • Ricardo Gullón
    • «Lenguaje y técnica de Galdós», en Cuadernos Hispanoamericanos, 80 (1958), p. 42[32]
  • «El más atrevido, el más avanzado, por usar una palabra muy expresiva de estos novelistas, y también el mejor, con mucho, de todos ellos, es Benito Pérez Galdos [...] Galdós no es, ni con mucho, un revolucionario, ni social ni literario: ama la medida en todo, y quiere ir a la libertad, como a todas partes, por sus pasos contados».[33]
  • «En los libros de Galdós hay un tesoro, un caudal léxico; giros, palabras, idiotismos corrientes; formas, ya canallescas, ya amaneradas; la oratoria de la plebe, la jerga parlamentaria o política, lo pasajero y lo estratificado del idioma».[32]
    • Emilia Pardo Bazán
    • Fuente: «Ángel Guerra». Nuevo Teatro Crítico, í, vi» (agosto 1891), pp. 57-58
  • «En un momento dado, me di cuenta de que nunca hablaba de Galdós... Y llegó el momento de los créditos de la película. Se hace la lista de créditos y no aparecía el nombre de Galdós. Dije: ‘Bueno, eso no es posible.’ ‘Bueno —me contestó—, es que esto es muy personal, esto no tiene nada que ver con Galdós’. Le dije: ‘Pero ¿cómo que no tiene nada que ver con Galdós?’ Y puso un crédito muy chiquito, así, en la película. Grandes celos de Galdós. Esto a mí me impresionó extraordinariamente».[26]
  • «Es indudable que Galdós se formó intelectualmente en un ambiente krausista. Cuando inició sus estudios en la Universidad Central, en 1862, Sanz del Río estaba en la plenitud de su influencia y de sus poderes intelectuales. El catedrático para quien Galdós siempre guardó el más caluroso afecto fue Fernando de Castro, que había sido discípulo de Sanz del Río. Galdós mantuvo sus vínculos con el krausismo más allá de la Universidad, ingresando en el Ateneo en 1865. El krausismo era la ideología dominante en la docta corporación en la década de los sesenta. Como ha señalado Antonio Ruiz Salvador, el krausismo pronto evolucionó bajo la influencia del ambiente polémico del Ateneo, hasta convertirse en un programa político que preconizaba la reforma en España por vías legales y pacíficas, la democracia, la tolerancia, y la libertad de pensamiento, expresión y asociación. A juzgar por los artículos políticos que escribió Galdós para La Nación en los años 1865-1866 y 1868, este programa dejó imborrables huellas en su pensamiento».[35]
    • Eamonn Rodgers
  • «... este hombre, vejado injustamente, ha revelado España a ojos de los españoles, que la desconocían; este hombre ha hecho que la palabra ESPAÑA no sea una abstracción, algo seco y sin vida, sino una realidad; este hombre ha dado ideas y sentimientos que estaban flotantes, dispersos, inconexos, una firme solidaridad y unidad; este hombre, a través de su vasta, inmensa obra, a lo largo de numerosos volúmenes que han salido de su pluma, ha ido haciendo lo que Menéndez y Pelayo ha hecho análogamente en otro orden de cosas: ha reunido en un solo haz, en una sola corriente, la muchedumbre de "sensaciones" que andaban dispersas, que han sido creadas parcialmente, fragmentariamente en tiempos diversos».[31]
    • Azorín
    • Fuente: El Sol, 4 de enero de 1920
  • «Galdós, en el siglo XIX, en plena posesión de su personalidad, crea un paralelismo del Quijote».[36]
    • Azorín
    • Fuente: Cervantes y Galdós
    • Nota: Se refiere a la primera novela dialogada de Galdós, Realidad (1890), respecto a la cual señala «En esta obra hay que renunciar a señalar las frases felices y rasgos inspirados porque sería necesario señalarlo todo».[36]
  • «Galdós fue un trabajador indefatigable hasta el último instante de su existencia. Se levantaba con el sol y escribía regularmente hasta las diez de la mañana. Escribía con lápiz, porque mojar la pluma en el tintero le hacía perder el tiempo, o le distraía y desconcertaba».
  • «[La aportación de Galdós a la literatura no radica en el estilo de su prosa, sino en] el auténtico arte, magistral, de su composición novelística».[34]
  • «La historia, las historias que cuenta Galdós, lo son de una vida arrolladora. Una vida arrolladora que se pierde y deshace en historias, que se desangra en ellas literalmente».[34]
  • «La nueva generación de escritores debe a Galdós todo lo más íntimo y profundo de su ser: ha nacido y se ha desenvuelto en un medio intelectual creado por el novelista [...] La idealidad ha nacido del mismo conocimiento exacto, del mismo amor, de la misma simpatía por una realidad española, pobre, mísera, de labriegos infortunados, de millares y millares de conciudadanos nuestros que viven agobiados por el dolor y mueren en silencio. Galdós —como hemos dicho— ha realizado la obra de revelar a España a los españoles».[36]
  • «Le gustan las mujeres... lo que nadie puede imaginarse, pero todo se lo calla y de estas cosas ni Dios le saca una palabra».[40]
  • «Los españoles solemos admirar el volumen de lo escrito por Galdós, pero las escasas narraciones de Alas tienen una calidad muy superior».[41]
    • Gonzalo Torrente Ballester
    • Fuente: Durante el acto de presentación en Barcelona de su libro Quizá nos lleve el viento al infinito (Plaza y Janés, 1984).[41]
  • «Los últimos años de Galdós fueron para este un continuo tormento. Recogido en el hotel madrileño de su sobrino, José Hurtado de Mendoza, pobre enfermo y solo, los capítulos postreros de la novela de su vida han tenido una honda emoción de tristeza y orfandad. Y nadie mejor que yo lo sabe, pues he sido testigo de ellos, y no pocas veces he compartido con el maestro la terrible amargura de su soledad».[16]
  • «Más de veintitrés años hace (período considerable en la vida del Sr. Pérez Galdós y en la mía, y bastante próximo al que Tácito llamaba magnum aevi humani spatium tuve la honra de estrechar relaciones de amistad con el fecundísimo y original novelista, cuya entrada en nuestro gremio festeja hoy la Real Academia Española. Desde entonces, á pesar del transcurso del tiempo, que suele enfriar todos los afectos humanos, y á pesar de nuestra pública y notoria discordancia en puntos muy esenciales, y á pesar, en fin, de los muy diversos rumbos que hemos seguido en las tareas literarias, nuestra amistad, como cimentada en roca viva, ha resistido á todos los accidentes que pudieran contrariarla, y ni una sola nube la ha empañado hasta el presente. Baste decir que ni siquiera se ha quejado de mí el Sr. Galdós, porque habiendo sido elegido miembro de esta Academia en 1889, venga, por culpa mía principalmente, á recibir siete años después la investidura que le otorgaron vuestros sufragios, con aplauso unánime de la crítica y del pueblo español, que ve en el Sr. Galdos á uno de sus hijos predilectos y de los que con más gloria han hecho sonar el nombre de la patria, donde quiera que la literatura de imaginación es conocida y estimada».[42]
    • Marcelino Menéndez y Pelayo
    • Nota: Contestación de Menéndez y Pelayo al discurso de recepción de Benito Pérez Galdós ante la Real Academia Española (febrero de 1897)
  • «No hay más que recordar que Clarín, hablando en su folleto Galdós de las ausencias que se notan en el arte del maestro, dice que Galdós no siente el paisaje. En efecto, Galdós era un espíritu ciudadano; aplicaba toda su atención a estudiar la trama menuda de la clase media; toda su órbita se reduce a las callejuelas de Madrid».[43]
    • Fuente: «Galdós», La Prensa (Buenos Aires), domingo 22 de febrero de 1920
  • «Pero muy pocas personas lo saben. Es la continuación de Nazarín: la marquesa de Halma, y el castillo, y todos los mendigos; pero Buñuel no lo reconoce ni aparece el nombre de Galdós. Ama a Galdós, pero él se considera de tal modo creador, y lo es en sus obras, que olvida de dónde sale, de dónde arrancó. Y eso no me gusta, y es la única cosa, quizá, que yo tengo como un defecto de Buñuel. Porque ¡qué le importa a él que sea de Galdós! Porque además lo quiere, lo admira y siempre lo está estudiando y haciendo películas, y planeando hacer Ángel Guerra, y planeando hacer esto y lo otro, ¿no?, constantemente».[26]
    • Carlos Velo (1909-1988), cineasta español
    • Fuente: Max Aub Conversaciones con Buñuel de Max Aub
  • «Prosa nueva y prosa vieja, ilusión revolucionaria y transigencia desengañada, Galdós y Bécquer. La agilidad del lenguaje periodístico del más joven [Galdós] bien pudo ser el resultado de muy provechosas lecciones de Quevedo y de Larra, pero hubo momentos de extrema brillantez en que sus hallazgos expresivos germinaron en una prosa connotativa de nuevo cuño que condensaba la tradición satírica de la prensa española de la primera mitad de siglo, matizada por la lectura de Charivari, del Punch o de Gil Blas. Sus últimas «revistas» de 1866 se fragmentaban formalmente en secuencias numeradas, entre súbitos destellos de ingenio, paradojas, dardos irónicos, oblicuidad metafórica, recurso al leitmotiv con efectos rítmicos, mientras que Gustavo construía textos más homogéneos y previsibles, sustentados en recurrencias y encadenamientos que prolongaban la expansión sintáctica, no exentos de una discreta elegancia pero bajo modelos expositivos que encorsetaban su inventiva en el frágil epílogo de la desarticulación romántica. Bécquer y Galdós como revisteros de actualidad dieron pasos dispares pero complementarios en el continuo fluir de la creatividad literaria, desbordada del libro a los papeles periódicos con el desarrollo de la sociedad liberal».[44]
    • Cecilio Alonso
    • Fuente: «Las revistas de actualidad germen de la crónica literaria. Algunas calas en la evolución de un género periodístico entre 1845 y 1868.» Anales de Literatura Española. Literatura y espacio urbano, núm. 25 (2013)
  • «Psicológicamente, es posible identificar a Galdós en el personaje de Orozco, ya que la Pardo Bazán se ha reconocido en el de Augusta (...) Lo sucedido en La incógnita y en Realidad tiene una base real...».[45]
  • «Si se perdiera todo el material histórico de esos años —el siglo XIX—, salvándose la obra de Galdós, no importaría. Está ahí completa, viva, real, la vida de la nación durante los cien años que abarcó la garra del autor».[26]
  • «Solo un escritor, Pérez Galdós, ha desentrañado el burbujeo de los gérmenes de la España capitalista que se nos echa encima. En su libro Mendizábal abundan los brochazos en que los ojos del novelista más se han fijado en la patria de hoy, que en la de nuestros abuelos».[46]
  • «[Tanto Galdós como Oller] son visionarios de lo visible, alucinados de lo real que persiguen y descubren lo característico, lo simbólico, lo grotesco, lo melodramático, lo irónico y sobre todo la pronunciada individualidad de sus personajes, entre los cuales aparecen contrastes incesantes. Son mythopoets, cuyo campo predilecto de exploración mítica es la ciudad».[47]
    • Claudio Guillén
    • Fuente: Entre lo uno y lo diverso. Introducción a la literatura comparada, p. 374. Ed. Crítica. Barcelona (1985)
  • «Trabaja habitualmente desde las siete de la mañana a las doce o la una, en cosas originales: por término medio escribe de ocho a veinte cuartillas grandes. Las manda en seguida a la imprenta y por la tarde corrige, o mejor dicho, rehace completamente lo escrito, quitando y tachando por lo general; añadiendo, raras veces».
  • «Un grave deber episcopal me obliga a dirigirme a Vuestra Excelencia con una petición. Se trata de lo siguiente: El Cabildo Insular de Gran Canaria ha comprado la casa nativa de don Benito Pérez Galdós, y se propone erigir en ella el “Museo Pérez Galdós” con los originales de sus obras y enseres que para ello ha adquirido. [...] Es decir, que en la Ciudad, Capital de nuestra Diócesis, y cuna de tantos hijos ilustres, se le va a rendir el singularísimo honor de convertir en museo su casa nativa, precisamente al autor de obras cuyo sectarismo anticlerical y heterodoxo le constituyó en el portaestandarte y símbolo de una de las más inicuas e infames campañas perpetradas a principios de siglo en España contra la Iglesia católica, en dos de sus entidades predilectas, el Clero y las Órdenes Religiosas. […] Un autor cuya obra literaria es la menos canaria imaginable, y a la que Canarias nada debe, porque su autor jamás describe su tierra nativa, ni la cita jamás en ellas (monstruoso caso de excepción en la Historia de la Literatura Universal), y, desde luego (que es lo que más importa), una de las obras literarias más sectarias, nocivas y contrarias al catolicismo y a sus instituciones predilectas, que registra la Historia de la Literatura Española...».[48]
    • Antonio Pildain y Zapiain (1890-1973), obispo de Canarias entre 1936 y 1966
    • Nota: Carta de Pildain a Franco (20 de julio de 1959) con motivo de la próxima apertura de la Casa-Museo Pérez Galdós.

Referencias[editar]

  1. 1,0 1,1 1,2 1,3 1,4 1,5 1,6 García, Fernando. «Los amores de Galdós.» 31 de octubre de 2019. La Vanguardia. Consultado el 31 de octubre de 2019.
  2. Percival (1982), p. 812.
  3. Señor (1997), p. 323.
  4. 4,0 4,1 4,2 Efe/Ana Mendoza.«Galdós y "la fe nacional".» La Vanguardia. Consultado el 27 de julio de 2019.
  5. 5,0 5,1 Pérez Galdós, Benito. Obras inéditas. Volumen 7. Cronicón: (1886-1890)/Benito Pérez Galdós; obras inéditas ordenadas y prologadas por Alberto Ghiraldo (formato PDF), pp. 55-56. Edición digital por cortesía de la Biblioteca Histórica Municipal de Madrid (publicación original: Madrid, Renacimiento, [1924]). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 18 de enero de 2020.
  6. Señor (1997), p. 44.
  7. Señor (1997), p. 150.
  8. Goicoechea (1952), p. 28.
  9. Palomo Triguero (2013), p. 39. Consultado el 11 de mayo de 2020.
  10. 10,0 10,1 Rodríguez Puértolas, Julio. «Galdós y "El caballero encantado"». Anales galdosianos, Año VII (1972), pp. 117-131. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 25 de julio de 2020.
  11. 11,0 11,1 Portal: «Benito Pérez Galdós». CVC. Consultado el 25 de junio de 2021.
  12. Señor (1997), p. 213.
  13. Pérez Galdós, Benito; Julio Rodríguez Puértolas (ed.). «Estudio preliminar». El caballero encantado, p. 8. Ediciones Akal, 2006. ISBN 8446018942, 9788446018940. En Google Libros. Consultado el 25 de julio de 2020.
  14. Rodríguez Sánchez, M.ª de los Ángeles. «Electra: una revista nacida de un éxito escénico». Actas del séptimo congreso internacional de estudios Galdosianos, p. 512. Cabildo Insular de Gran Canaria. Consultado el 25 de julio de 2020.
  15. Señor (1997), p. 574.
  16. 16,0 16,1 16,2 Viana, Israel. El terrible «tormento» de Galdós en sus últimos años de vida: «Pobre, enfermo y solo.» ABC. Consultado el 23 de junio de 2019.
  17. Percival (1982), p. 807.
  18. Aparici Llanas (1982), p. 27.
  19. 19,0 19,1 García Pinacho, María del Pilar. «Galdós en 1904: “Contra paciencia, acción; contra miseria, bienestar”.» EN: VII Congreso Internacional Galdosiano/Sección I. Textos galdosianos del siglo XX. Congresos Internacionales de Estudios Galdosianos. Consultado el 18 de noviembre de 2019.
  20. Luis Antón del Olmet y Arturo García Carraffa, Galdós (Madrid, 1912), p. 93.
  21. Sotelo Vázquez, Adolfo. De Cataluña y España. Relaciones culturales y literarias (1868-1960), pp. 56, 58-9. Edicions Universitat Barcelona, 2014. ISBN 8447538036, 9788447538034. En Google Libros. Consultado el 18 de noviembre de 2019.
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Bibliografía[editar]

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