«Vaya que ha llegado el momento, en que el enemigo de nuestra fe nos amenaza por cualquier sitio... Confío a ustedes, en su valor, en esta espléndida y célebre ciudad, en nuestra patria».
Nota: En el último lunes de la Constantinopla Bizantina, fueron olvidadas todas las controversias y desacuerdos entre los bizantinos y latinos. Para la ocasión se llevó a cabo una larga procesión espontánea en cada rincón de Constantinopla. Los fieles cruzaron las calles de la capital con muchísimos iconos de culto. Cientos de miles de santos, latinos y ortodoxos marcharon juntos en lo que iba a ser el último acto cristiano que vería la ciudad. El emperador y todos sus súbditos se reunieron por una última vez en Santa Sofía, para una magna misa. Ahí, Constantino se reunió con sus comandantes, y les dijo las palabras anteriores.
«Pido disculpas por cualquier insulto que haya hecho a ustedes sin querer».
Nota: Después, tras abrazar a todos.
«Hay cuatro razones principales por las que vale la pena morir: la fe, el hogar, la familia y el basileus. Ahora ustedes deben estar dispuestos a sacrificar sus vidas para estas cosas, así como yo también estoy dispuesto a sacrificar mi propia vida».
Nota: Después, vuelto hacia la multitud reunida en Santa Sofía.
«A partir de hoy, los latinos y los romanos son la misma gente, unidos en Dios y es con la ayuda de Dios, que hemos de salvar Constantinopla».
Nota: Posteriormente, dirigiéndose a los latinos en agradecimiento por lo que habían hecho para salvar la ciudad.