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Miguel Hernández

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Miguel Hernández
«Pintada, no vacía pintada está mi casa del color de las grandes pasiones y alegrías».
«Pintada, no vacía
pintada está mi casa
del color de las grandes
pasiones y alegrías».
Véase también
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Obras en Wikisource.
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Esta página contiene citas de una persona fallecida hace 82 años.

Miguel Hernández ( Orihuela, Alicante; 30 de octubre de 1910 – Alicante, 28 de marzo de 1942) fue un poeta español.

  • «Aunque el otoño de la historia cubra vuestras tumbas con el aparente polvo del olvido, jamás renunciaremos ni al más viejo de nuestros sueños».[1]
  • «Compañero del alma, compañero...».[2]
  • «La vida de los hombres suele ser retorcida como las raíces de los tomillos, pero hay muy pocos que al final de esa lucha huelan tan profunda y limpiamente como éste... (Y me entregó uno de los varios tomillos que llevaba en la mano)».[3]
  • «No quiero dejar de cumplir mi palabra, y ya que no puedo ir de carne y hueso, iré de lápiz, o sea, dibujado por un compañero de fatigas, como verás, bastante bien. Se lo enseñarás al niño todos los días para que vaya conociéndome, y así no me extrañará cuando me vea».[4]
  • «Varios tragos es la vida y un solo trago es la muerte».[5][6][7]
  • «Y ahora, como entonces, me siento en disposición de no dejar solo en sus desgracias a ningún hombre».[8]

Citas de sus obras (selección)

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  • «Alto soy de mirar a las palmeras,
    rudo de convivir con las montañas...
    Yo me vi bajo y blando en las aceras
    de una ciudad espléndida de arañas».[9]
  • «Pintada, no vacía
    pintada está mi casa
    del color de las grandes
    pasiones y alegrías».[12][13]
  • «Volverás a mi huerto y a mi higuera
    por los altos andamios de las flores
    pajareará tu alma colmenera...».[14][15]
  • «Voy de mi corazón a mis asuntos.
    Adiós, hermanos, camaradas y amigos,
    despedidme del sol y de los trigos».[16]
  • «Yo vi lo más notable de lo mío
    llevado del demonio, y Dios ausente».[17]

Citas sobre Hernández

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  • «La voz cortante y recia; la piel tostada por el férreo sol levantino. Todo ello sepultado en unos pantalones de pana ya muy trabajada y unas espardeñas de flamante soga [...] Este cantor de las trincheras, este hombre salido de la más profunda entraña popular, produce, en efecto, una impresión enérgica y simple».[18][19]
  • «Muerto está Miguel que fue mi amigo. Aquel relámpago de mi vida, aquel amor contemporáneo de mi amistad con Miguel me trajo la experiencia de su cariño hermoso. Y en la mayor desolación de mi vida, él supo, Miguel, sostenerme de algún modo, poniendo su gran corazón, como tierra benigna, como madre tierra, sobre la que yo pudiera llorar. ¡Cómo desahogué mi corazón! Bien recuerdo sus ojos, sus claros ojos que me miraban entendiendo, atendiendo, abrigando casi acariciando como madre, como tierra madre. Porque un amigo en los momentos grandes es hasta misteriosamente eso, tierra y madre».[20]
  • «Poeta de la materia, no le hizo trampas a la muerte. Se durmió en plena juventud, comido por la tuberculosis y los malos tratos, junto a amigos que han hecho de su recuerdo un culto. Y a partir de su muerte en Ocaña empezó su leyenda. Pero una leyenda que es verdad: la de un hombre que cumplió aquella suprema aspiración de la poesía moderna desde William B'ake en adelante: hacer del querer y el obrar una sola cosa».[21]
  • «Sólo en Rubén Darío encontramos un virtuosismo similar en el arte de colocar las palabras en una estrofa y las sílabas en un alejandrino, de buscar rimas sorprendentes y vibrantes y de construir artefactos tan perfectos en el lenguaje que una vez escuchados no es posible olvidarlos».[22]

Referencias

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  1. Esta frase del poeta figura en una placa en el monumento a la Brigada Machado, en el pueblo de Bejes, Cantabria. Según Mir Curcó, Conxita; Gelonch Solé, Josep (editores). Duelo y memoria. Espacios para el recuerdo de las víctimas de la represión franquista en la perspectiva comparada, p. 97. Universitat de Lleida, 2013. ISBN 9788484096023.
  2. Contexto: «A las aladas almas de las rosas del almendro de nata te requiero, que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero». En la Elegía a Ramón Sijé. Incluida en El rayo que no cesa (1936). (ed. María de Gracia Ifach). Taurus, 1975; p. 256. ISBN 9788430620869. Citada en Lengua Española. Elizabeth Padilla Velázquez. Ed.Pearson Educación, 2003 p. 344. ISBN 789702604426.
  3. Reflexión de Miguel Hernández paseando por Vallecas rememorada en unas cuartillas leídas por el escultor Alberto en un homenaje al poeta hacia 1961, publicadas por Fernando Torres en Palabras de un escultor, Alberto Sánchez, Valencia 1975; ISBN 84-7366-044-7
  4. Carta de Hernández a su mujer, hablandole del retrato que hizo de él Antonio Buero Vallejo en marzo de 1940, unos días después de haber sido ambos sentenciados a muerte. Citado por Nuria Barrios en "El éxito del superviviente"], artículo en el CVC. Consultado el 29 de febrero de 2020.
  5. Contexto: «Aquí estoy para vivir
    mientras el alma me suene
    y aquí estoy para morir
    cuando la hora me llegue,
    en los veneros del pueblo
    desde ahora y desde siempre.
    Varios tragos es la vida
    y un solo trago es la muerte»
    Poema "Sentado sobre los muertos" de Vientos del pueblo. Incluído en Antología poética (edit. J.L. Puerto); p. 181. Edaf, 1999. ISBN 84-414-0530-1.
  6. Cambia varios por muchosSeñor, Luis (1ª ed. 1997 / 2017). Diccionario de citas. Espasa Calpe. p. 383. ISBN 8423992543. 
  7. menciones en Google Libros.
  8. Parte del discurso pronunciado en la noche del 21 de agosto de 1937, con motivo del homenaje ofrecido por el Ateneo de Alicante al poeta. Miguel Hernández había narrado sus experiencias en el frente de guerra, y cómo había acudido en auxilio de un compañero herido que reclamaba ayuda durante una retirada ante el enemigo. Fuente: Rei Berroa, «Miguel Hernández: No dejar solo a ningún hombre», Corporación de Arte y Poesía Prometeo (Medellín, Colombia). Consultado el 3 de abril de 2022. En Obras Completas, II, 2233.
  9. Versos del Silbo de afirmación en la aldea. Incluído en El rayo que no cesa. Hernández; Espasa-Calpe, Austral (5ª ed. 1969), p. 155. Menciones en Google Libros.
  10. De las Nanas de la cebolla. En Miguel Hernández para niños. Pág. 112.
  11. menciones en G.L.
  12. Canción última (de El hombre acecha 1938-1939). incluído en la Antología de la poesía española (1900-1980), p. 72. Editorial Gredos, 1980. ISBN 9788424915940.
  13. menciones en Google, y en Google Libros.
  14. De Elegía por Ramón Sijé. p. 121. Ed. de la Torre, 1989.
  15. [ menciones] en G.L.
  16. López-Baralt, Mercedes. Miguel Hernández, poeta plural, p. 60. Universidad de Alicante, 2016. ISBN 9788497174350.
  17. En Silbo de afirmación en la aldea. incluído en El rayo que no cesa. Espasa-Calpe, Austral (5ª ed. 1969), p. 155; menciones en Google Libros.
  18. 18,0 18,1 Ian Gibson en Miguel Hernández en guerra, artículo en el CVC.
  19. Guillén recuerda su encuentro con Miguel en Valencia, durante el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura (1937).
  20. Epistolario. Carta X (a Jose Luis Cano); pág. 42. Alianza Tres, 1986; ISBN 84-206-3175-2.
  21. Miguel Hernández: el destino de un poeta. Originalmente en "Ozono", año 3, núm.18 (marzo 1977), pp. 69-70. Recogido por el CVC
  22. Ibáñez, Andrés. "Miguel Hernández. La sombra vencida" artículo en el CVC. Consulta: 29.02.2020.