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Manuel Vázquez Montalbán

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Manuel Vázquez Montalbán
«Los dioses se han marchado, nos queda la televisión».
«Los dioses se han marchado, nos queda la televisión».
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Manuel Vázquez Montalbán (Barcelona, España, 14 de junio de 1939 – Bangkok, Tailandia, 18 de octubre de 2003) fue un escritor español.

  • «El movimiento se demuestra huyendo» [2]
  • «La vanguardia no pasa por pretender delimitar la verdad, sino por no contarnos más mentiras los unos a los otros».[3]
  • «Lo único providencial es la muerte, y todo lo demás instinto y cultura».[3]

Reflexiones y análisis

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  • «A veces suelo autocalificarme de conservador porque no he corregido mi visión del mundo desde que cumplí cincuenta años y decidí que ya era responsable de mi cara».[4]
  • «Asumir el mestizaje tiene tanta importancia como reclamar el derecho a la diferencia y reducir la capacidad de acumulación a cambio de estimular el desarrollo de los cada día más condenados de la tierra».[3]
  • «Cunde la idea de la democracia más como una causa que como una consecuencia. No es una formulación inocente».[3]
  • «El jefe es un vicio absurdo pero imprescindible en mercado político movilizado por imaginarios erotizados». [3]
  • «El marxismo sigue sobreviviendo como un sistema de análisis, como un método de comprensión de la historia, no en balde es el mejor diagnóstico que hasta ahora se ha hecho del capitalismo».[3]
  • «En tiempos de crisis de certezas y dogmas, ¿qué sería de nosotros sin las metáforas y sin los vicios?».[3]
  • «Hemos pasado de la máquina mediática concesionista, controlada por el Estado directa o indirectamente, a la máquina mediática del mercado, en la que la ley de la oferta y la demanda establece que los más poderosos acaban por controlarla».[3]
  • «La elaboración de la cultura, y sobre todo la cultura como patrimonio, lógicamente ha correspondido a intelectuales ligados a las clases dominantes».[3]
  • «Los racionalistas envejecidos y con una melancolía fin de milenio comprobamos una vez más que los vicios, como los tópicos, no por absurdos son menos necesarios: necesitamos jefes para no creer en nosotros mismos y necesitamos peligros ya conocidos porque presentimos que son mucho peores los que aún no nos atrevemos a conocer».[3]
  • «Me reconozco sensible ante el argumento de que los burgueses ilustrados de izquierda nos solazamos con las revoluciones lejanas, esas incómodas revoluciones que no quisiéramos interpretar como protagonistas».[4]
  • «No hay verdades únicas, ni luchas finales, pero aún es posible orientarnos mediante las verdades posibles contra las no verdades evidentes y luchar contra ellas».[4]
  • «Para el liberalismo, extirpar la memoria histórica significa dejar la Historia más contemporánea sin culpables, sin causas».[4]
  • «Para la inmensa mayoría de los seres humanos, terminada la educación General Básica, su consciencia va a depender del choque directo con lo real y de los medios de información».[3]
  • «Puesto que estamos en una economía y en una realidad cultural de mercado no sólo somos consumidores de detergentes o de latas de cerveza con o sin alcohol, sino también de mensajes, de verdades, de ideología, de información».[3]
  • «Reivindico junto a la necesidad de la conciencia externa, el sentido de la historia. Pero sabiendo que es convencional, rechazando cualquier legitimación providencialista».[3]
  • «Se nos inculca que la inevitable conflictividad del futuro obedecerá preferentemente a choques de civilizaciones porque sería una digresión metafísica suponer que el mundo de mercado unificado pueda combatir por cuestiones materiales de clase».[3]
  • «Si aún queda una cierta capacidad de fijar criterios progresistas en la educación, que se aplique a introducir la enseñanza obligatoria de la descodificación mediática».[3]
  • «Si el lector busca creencias, que no las busque en el poeta o la poesía».[5]
  • «Si el sistema se empeña en considerar al ciudadano un potencial cliente y consumidor, podríamos hacer buena esta lógica y proponer una militancia activa de clientes y consumidores convertidos en informatizados insumisos».[3]

Referencias

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  1. Crónica sentimental de la transición.en línea Planeta, 1985. ISBN 9788432058479.
  2. Hojas al viento: cartas a mi nieta. Vilallonga, José Luis de. en línea. Plaza Janés, 2003. ISBN 9788401378317
  3. 3,00 3,01 3,02 3,03 3,04 3,05 3,06 3,07 3,08 3,09 3,10 3,11 3,12 3,13 3,14 3,15 3,16 3,17 Panfleto desde el planeta de los simios. en línea Crítica, 1995. ISBN 9788474237290.
  4. 4,0 4,1 4,2 4,3 Marcos: el señor de los espejos.en línea. Aguilar, 1999. ISBN 9788403595767.
  5. Batlló, José (1968). Antología de la Nueva Poesía Española. Ciencia Nueva, 1.ª ed.; depósito legal: B. 7898-1968. p. 365. 

Bibliografía

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