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José Echegaray

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José Echegaray
«¡Cómo las aguas del mar, tiene el llanto su nivel!». Echegaray pintado por Sorolla en1905.
«¡Cómo las aguas del mar, tiene el llanto su nivel!». Echegaray pintado por Sorolla en1905.
Véase también
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José Echegaray (Madrid, 19 de abril de 1832 – ibídem, 14 de septiembre de 1916) fue un político y dramaturgo español, nobel de Literatura en 1904.

  • «¡Cómo las aguas del mar, tiene el llanto su nivel!».[1]
  • «¡El delito es prudente y cauteloso! En cambio, ¡qué imprudente es la inocencia!». [2]
  • «La gratitud es crimen cuando ataja el camino a la justicia».[3]
  • «Las matemáticas forman una salsa que viene bien a todos los guisos del espíritu. Armonizan con la música y el arte en general. Como que todas son armonías, variedades en una o en otra forma, que se resuelven en una alta y bella unidad».[4]

Digresiones personales

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  • «Si la vejez no trajera consigo la placidez del vivir, ¿qué premio fuera suficiente para consolarnos de la juventud y de la vida gastada en luchas y desvelos? El mayor desconsuelo es contemplar cómo los años huyen sin que la tranquilidad llegue [...] Yo matemático de vocación, no veía probable mi muerte, pues en la estadística demográfica arrojan los duelos una cifra mucho más íntima que los cólicos, y nunca temí a éstos, aunque comí siempre muy bien».[5]

Citas sobre Echegaray

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  • «Abundan en la buena sociedad los adulterios, que Echegaray en muchos dramas, y Galdós en Realidad, han utilizado con diferente criterio. Porque, acostumbrados los abonados a perdonar como el Orozco de don Benito, prefieren ver en la escena lo que no se han atrevido a hacer: pegar el tiro echegarayesco a los adúlteros».[6][7]
  • «Echegaray, de quien pudo decirse que poseía el secreto de la inspiración científica, alumbraba con potentes resplandores las cuestiones más distantes de la poesía. Tratando el punto harto prosaico de las relaciones entre la fe y las leyes humanas, trazaba con tonos dramáticos el cuadro de la teocracia y de su abusivo poder despótico en épocas remotas. Combatía la Unidad Católica como el más apropiado ambiente para que aquel poder tiránico pudiese atormentar a la humanidad; y al describir el quemadero del llamado irónicamente Santo Oficio, cuyos vestigios fueron desenterrados en aquellos días, puso en su acento toda la humana ira y las maldiciones más elocuentes».[8]

Referencias

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  1. Ortega (2013), p. 2490.
  2. Ortega (2013), p. 1962.
  3. Ortega (2013), p. 2301.
  4. Ortega (2013), p. 2578.
  5. Ortega (2013), pp. 2579 y 4108.
  6. Román Gutiérrez, María Isabel. «El tema del honor y la renovación teatral española.» EN: Crespo Matellan, S. et al. «Teoría y análisis de los discursos literarios: Estudios en homenaje al profesor Ricardo Senabre Sempere», p. 365. Acta Salmanticensia: Estudios filológicos.Número 324. Ediciones Universidad de Salamanca, 2009. ISBN 9788478002863.
  7. Dougherty, D. 1983. Un Valle-Inclán olvidado: entrevistas y conferencias, p. 100. Madrid, Fundamentos.
  8. En el episodio nacional España sin rey: 14[fuente: Wikisource]

Bibliografía

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Enlaces externos

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