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Indalecio Prieto

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Indalecio Prieto
«Soy socialista a fuer de liberal»
«Soy socialista a fuer de liberal»
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Indalecio Prieto (Oviedo, Asturias; 30 de abril de 1883-Ciudad de México; 11 de febrero de 1962) fue un político socialista español, titular de varios ministerios durante la Segunda República.

  • «Yo he de decir [...] que soy socialista a fuer de liberal. Es decir, que que yo no soy socialista más que por entender es la eficacia misma del liberalismo en su grado máximo y el sostén más eficaz que la libertad pueda tener. [...] El socialismo es la perfectibilidad liberal».[1]
    • Nota: Conferencia La libertad, base esencial del socialismo, pronunciada en la Sociedad El Sitio, de Bilbao, el 21 de marzo de 1921.[1]
  • «Cuando no existen las posibilidades de educarse, de levantar dentro de la masa corpórea la estatua magnífica de un espíritu cultivado, no se es hombre, y mucho menos se puede ser ciudadano».[2]
    • Fuente: Discurso pronunciado durante la conmemoración del 1 de mayo de 1936 en Cuenca.[3]
  • «A medida que la vida pasa por mí, yo, aunque internacionalista, me siento cada vez más español, siento a España dentro de mi corazón y la llevo hasta el tuétano de mis huesos».
    • Fuente: Discurso pronunciado durante la conmemoración del 1 de mayo de 1936 en Cuenca.[4][5]
  • «Los españoles teníamos aún una conquista que lograr; que ya no cumplía a España ir surcando mares en busca de tierras desconocidas, al encuentro de razas a las que sojuzgar; que no teníamos que poner el ímpetu desbordante del genio español al servicio de las armas en la conquista de países extranjeros; pero que teníamos otra magna conquista que realizar. ¿Cuál? Conquistar a España».
    • Fuente: Discurso pronunciado durante la conmemoración del 1 de mayo de 1936 en Cuenca.[6]
  • «El gobernante es, por lo común -salvo aquellos excepcionalísimos que aparecen nimbados por la aureola de la historia y que son en número muy reducido-, un hombre débil, entregado al oleaje de las pasiones populares, y muchas veces sin fortaleza para empuñar firmemente la caña del timón y conducir la nave al puerto de salvación».
    • Fuente: Discurso pronunciado durante la conmemoración del 1 de mayo de 1936 en Cuenca (en pleno interregno entre la destitución de Niceto Alcalá Zamora y la elección de Manuel Azaña como presidente de la República, cinco días después de las elecciones para elegir compromisarios para la elección del presidente de la República).[7]
  • «Y al enemigo le digo: estás ya de hecho vencido. Mide tu responsabilidad, mide tus equivocaciones. Mírate por dentro, contémplate, y a ver si encuentras en tu panorama interior paisaje alguno que te invite a la continuación de esta lucha, porque rendición, no la esperes. ¡Rendición no la esperes! ¡¡Rendición no la esperes!! Encontrarás cadáveres; pero no hallarás prisioneros».[8]
  • «Por muy fidedignas que sean las terribles y trágicas versiones de lo que ha ocurrido y está ocurriendo en tierras dominadas por nuestros enemigos, aunque día a día nos lleguen agrupados, en montón, los nombres de camaradas, de amigos queridos, en quienes la adscripción a una idea bastó como condena para sufrir una muerte alevosa, no imitéis esa conducta, os lo ruego, os lo suplico. Ante la crueldad ajena, la piedad vuestra; ante la sevicia ajena, vuestra clemencia; ante los excesos del enemigo, vuestra benevolencia generosa [..] ¡No los imitéis! ¡No los imitéis! Superadlos en vuestra conducta moral; superadlos en vuestra generosidad. Yo no os pido, conste, que perdáis vigor en la lucha, ardor en la pelea. Pido pechos duros para el combate, duros, de acero, como se denominan algunas de las milicias valientes —pechos de acero— pero corazones sensibles, capaces de estremecerse ante el dolor humano y de ser albergue de la piedad, tierno sentimiento, sin el cual parece que se pierde lo más esencial de la grandeza humana».[9]
  • «Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro, como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo. Por mandato de la minoría socialista, hube yo de anunciarlo sin rebozo desde mi escaño del Parlamento. Por indicaciones, hube de trazar en el Teatro Pardiñas, el 3 de febrero de 1934, en una conferencia que organizó la Juventud Socialista, lo que creí que debía ser el programa del movimiento. Y yo –algunos que me están escuchando desde muy cerca, saben a qué me refiero– acepté misiones que rehuyeron otros, porque tras ellas asomaba, no sólo el riesgo de perder la libertad, sino el más doloroso de perder la honra. Sin embargo las asumí».
    • Fuente: Discurso pronunciado en el Círculo Cultural Pablo Iglesias, de México, el 1 de mayo de 1942. Recogidas en Discursos en América (1944) y citadas por José María García de Tuñón Aza en El Catoblepas.
    • Nota: sobre la revolución de octubre de 1934.
  • «Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias, que quizás fueran fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin de apreciar si éstas valían la pena de ventilar en el campo de batalla. La confrontación de ideologías, que no se hizo entonces, debe hacerse ahora. Porque es necesario un esfuerzo generoso en busca de puntos de concordia que hagan posible la convivencia, tratándonos como hermanos y no peleando como hienas».
    • Fuente: «Convulsiones en España», México, 1967. Citado en el diario ABC. Otras fuentes lo atribuyen a Discursos en América (1944)
  • «Data de muchísimo tiempo la afirmación filosófica de que en todas las ideas hay algo de verdad. Me viene esto a la memoria a cuenta de los manuscritos que José Antonio Primo de Rivera dejó en la cárcel de Alicante. Acaso en España no hemos confrontado con serenidad las respectivas ideologías para descubrir las coincidencias, que quizá fuesen fundamentales, y medir las divergencias, probablemente secundarias, a fin de apreciar si estas valía la pena ventilarlas en el campo de batalla».
    • Fuente: Palabras de ayer y hoy, p. 17. Santiago de Chile. 1938.
    • Nota: sobre José Antonio Primo de Rivera.
  • "Nada temo tanto en este mundo como un requeté confesado"[10]

Referencias

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  1. 1,0 1,1 Cabezas, Octavio. Indalecio Prieto, socialista y español, p. 119. Edición ilustrada. Editorial Edaf, 2005. ISBN 9788496107458.
  2. Exilios en el mundo contemporáneo: vida y destino, p. 168. Editores Josep Sánchez Cervelló, Alberto Reig Tapia. Editorial Publicacions Universitat Rovira I Virgili, 2016. ISBN 9788484244615.
  3. Las voces de la democracia. Así hablan los grandes políticos: Indalecio Prieto, Biblioteca El Mundo.
  4. Carlos Forcadell (2011; p. 30)
  5. Octavio Cabezas (2005; p. 307).
  6. Las voces de la democracia. Así hablan los grandes políticos: Indalecio Prieto, biblioteca El Mundo.
  7. Las voces de la democracia. Así hablan los grandes políticos: Indalecio Prieto, biblioteca El Mundo.
  8. Discurso radiado el 24 de julio de 1936.
  9. Alocución radiofónica del 8 de agosto de 1936.
  10. Castellani, Leonardo; "Pluma en ristre" Edición de Juan Manuel de Prada pp. 106, 130