Joseph Sanial-Dubay

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Joseph Sanial-Dubay
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Joseph Sanial-Dubay (Cheylard, Ardèche, hacia 1754 – París, 2 de julio de 1817) fue un escritor y moralista francés.[1][2]

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Citas[editar]

  • «Cuanto más sembramos en [deseos, menos cosechamos en felicidad».
    [Plus on séme en désirs, moins on recueille en bonheur].[3]
  • «Dar al talento la preferencia sobre el buen sentido, es preferir el lujo a lo necesario».[4]
  • «El abandono es la herencia de los desgraciados, cuando solo debería serlo de los malos».[5]
  • «El abatimiento es frecuentemente peor que la causa que le produce, porque pone el colmo a nuestros malos, privándonos de los medios de remediarlos».[5]
  • «El dominio del error es tan vasto, como limitado es el de la verdad]».[6]
  • «El fastidio es el justo castigo de los ociosos, de los entendimientos vacíos y de los corazones indiferentes».[7]
  • «El honor no es más común que el valor; y sin embargo nadie se cree falto del uno ni del otro».[8]
  • «El interés y la política presiden más a menudo al acogimiento, que la estimación y la benevolencia».[9]
  • «El mundo solo presenta apariencias hermosas, pero falsas: nadie lo duda, y todos se dejan engañar».
    [Le monde ne présente que de belles, mais fausses apparences: personne n'en doute, et chacun s'y laisse prendre].[10]
  • «El oro, a la par que es el más puro de los metales, es el mayor de los corruptores».[11]
  • «Generalmente queremos para nosotros la justicia que recompensa, y para los demás la que castiga».[12]
  • «He aquí el código del egoísta: todo para él, nada para los demás».
    [Voicí le code de l'égoiste: tout pour lui, rien pour les autres].[13]
  • «Hija del honor, la estima no es menos delicada que su padre; nada la lastima; nada la hace morir».
    [Fille de l'honneur, l'estime n'est pas moins délicate que son pére; un rien la blesse; un rien la fait mourir].[14]
  • «La buena fe es una moneda] que concluirá por no tener curso en el comercio de la vida».[4]
  • «La buena fe y la mala fe no tienen que hacer juramentos, porque para la una en innecesario, y para la otra es un juego».[12]
  • «La cultura de los talentos en las mujeres, más halaga su vanidad que contribuye a su dicha».[15]
  • «La horca es una especie de halago a la raza humana. Se les ahorcan a tres o cuatro personas de vez en cuando con el fin de hacer creer al resto que son virtuosos».[16]
  • «La sinceridad es la cara del alma, como la disimulación es la máscara».
    [La sincérité est le visage de l'áme, comme la disimulaction es est le masque].[17]
  • «La vida del avaro es una comedia de la que solo aplaudimos la escena que la termina».
    [La vie de l'avare est une cómedie dont on n'applaudit que la scene qui la termine].[18]
  • «La virtud que más cuesta al hombre, aunque es la que más le conviene, es la humildad».[19]
  • «Los abusos, aún en el estado más sólido, son minas sordas que tarde o temprano estallan».[9]
  • «Los abusos nacen y se multiplican en medio del desórden, como ciertos insectos en el seno de la putrefacción».[9]
  • «Los abusos son como los bribones, que frecuentemente hallan más apoyo que los hombres de bien».[9]
  • «Los placerres son como los alimentos: los más simples son los que causan menos sinsabores».[20]
  • «Nada embellece más a una mujer que el deseo de agradar, nacido de la necesidad de amar».[15]
  • «Nada hay en el mundo más fuerte ni más frágil que el honor».[8]
  • «No se ha decidido todavía si las mujeres aman más que los hombres; pero es incontestable que ellas saben amar mejor».[15]
  • «No son las pasiones las que son fuertes, sino los hombres los que son débiles».
    [Ce ne sont pas tant les passions qui sont fortes, que les hommes qui sont faibles].[21]
  • «Se admira casi tanto una buena acción, como una cosa sobrenatural».[9]
  • «Si el buen sentido no se estima en lo que vale, es porque nadie cree que le falta».[4]
  • Si la libertad es el mayor de los bienes, el abuso que de ella se hace no puede dejar de ser el mayor de los males.[22]
  • «Si los malvados escapan del castigo que merecen, no escapan del desprecio de sí mismos ni de la indignación pública».[23]
  • «Todos los hombres se muestran acordes sobre los principios de la justicia; pero la mayor parte difieren en su aplicación».[12]
  • «Una garantía de la salud, más segura que la mejor constitución y más infalible que la docta facultad, es la templanza».[24]

Referencias[editar]

  1. La littérature française contemporaine: XIX siècle, 1827-1849, Bourquelot, Félix (en francés). p. 311. Daguin, 1857.
  2. Les moralistes oubliés: Recueil de réflexions et de maximes, Bougeard, Alfred (en francés). p. 147. J. Hetzel, 1858.
  3. Bescherelle (1849), p. 150.
  4. 4,0 4,1 4,2 D. R. C. (1858), p. 35.
  5. 5,0 5,1 D. R. C. (1858), pp. 4-5.
  6. D. R. C. (1858), p. 88.
  7. D. R. C. (1858), p. 96.
  8. 8,0 8,1 D. R. C. (1858), p. 117.
  9. 9,0 9,1 9,2 9,3 9,4 D. R. C. (1858), pp. 6-8.
  10. Bescherelle (1849), p. 472.
  11. Señor (1997), p. 151.
  12. 12,0 12,1 12,2 D. R. C. (1858), pp. 132-134.
  13. Bescherelle (1849), p. 800.
  14. Bescherelle (1849), p. 762.
  15. 15,0 15,1 15,2 D. R. C. (1858), pp. 158-9.
  16. Treasury of Thought: Forming an Encyclopædia of Quotations from Ancient and Modern Authors, Ballou, Maturin Murray. p. 201. J. R. Osgood and Company, 1872.
  17. Bescherelle (1849), p. 390.
  18. Bescherelle (1849), p. 426.
  19. D. R. C. (1858), p. 118.
  20. Señor (1997), p. 252.
  21. Bescherelle (1849), p. 587.
  22. D. R. C. (1858), pp. 139-140.
  23. D. R. C. (1858), p. 148.
  24. D. R. C. (1858), p. 222.

Bibliografía[editar]

  • Bescherelle, Louis-Nicolas (1849). Grammaire nationale, ou grammaire de Voltaire, de Racine, de Bossuet.... Simon, 1849. En Google Libros.
  • D. R. C. (1858). Tesoro de la sabiduria de todos los siglos y paises: sentencias, pensamientos, máximas y dichos memorables de los sabios y hombres celebres. El Libro de Oro, Madrid. En Google Libros.
  • Señor, Luis (1ª ed. 1997 / 2017). Diccionario de citas. Espasa Calpe.  ISBN 8423992543.