Real Academia Española

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Emblema de la Academia, de 1822

La Real Academia Española (RAE) es un organismo que se dedica a la elaboración de reglas normativas para el idioma español y a trabajar por la unidad del idioma español en todos los territorios en los que se habla, en coordinación con las restantes 21 Academias nacionales. Su lema es «Limpia, fija y da esplendor».

Citas sobre la Academia[editar]

  • «Como es natural, por la Academia han pasado las más destacadas figuras de las letras españolas. Leer el índice de sus nombres es leer la mejor Historia de España. Es verdad que siempre ha habido personas egregias al margen, que no fueron académicos. Pero no es por razones tenebrosas, sino, modestamente, por razones de reglamento. Hubo una época en que era forzoso residir en Madrid para pertenecer a la Academia. Por eso quizá no lo fue Clarín, por eso tardó tanto en serlo Miguel de Unamuno. Y por eso hubo que hacer una leve trampa administrativa para que lo fuera José María de Pereda. Hoy esa condición no existe, y hay varios académicos que residen en provincias. Como criterio heredado de otros tiempos, la Academia no aceptaba a gentes de conducta un tanto fuera de lo normal (la Academia es una institución humana, histórica, y, por tanto, participa de las cualidades de la vida humana y de la circunstancia histórica, y pobre de ella si así no fuera), y por eso quizá no entró Ramón del Valle-Inclán, hombre al que le gustaba la vida ruidosa, estrafalaria, divorciado de su mujer en una España obsesa con los valores tradicionales de la familia. Pero eso no obsta para que la Academia haya admirado y siga admirando la tarea de ese escritor incomparable, e incluso ha habido académico posterior que dedicó su discurso de entrada a analizar, públicamente, la obra más escandalosa de Ramón del Valle-Inclán».[1]
    • Alonso Zamora Vicente
    • Fuente: «II. La Real Academia Española.» Al trasluz de la lengua actual. Editorial Universidad Complutense, 1988.
  • «Creo que la Real Academia de la Lengua es un poco machista».[2]
    • Inés Fernández-Ordóñez, académica desde 2008
  • «Deliberadamente escribo psalmos. Los individuos de la Real Academia Española quieren imponer a este continente sus incapacidades fonéticas; nos aconsejan el empleo de formas rústicas: neuma, sicología, síquico. Últimamente se les ha ocurrido escribir vikingo por viking. Sospecho que muy pronto oiremos hablar de la obra de Kiplingo».[3]
  • «(El propósito de la Real Academia Española es) fijar las voces y vocablos de la lengua castellana en su mayor propiedad, elegancia y pureza».[4]
  • «Si en algo puede ser útil el calcular los tiempos por orden a la épocas del origen y progreso de la poesía castellana para conocer y ordenar esta parte de la historia literaria; hallaremos que el año 1753 de Cristo, en que esto se escribe [...] en el año 1714, en se fundó la Real Academia Española, de donde han salido los buenos poetas de nuestro tiempo y de cuyo celo puede la Nación esperar que la poesía castellana volverá a ponerle sobre el buen pie, en que estuvo en su siglo de oro; no consintiéndo que en adelante se vuelvan a introducir en ella los desordenes que hasta hoy han pervertido y desfigurado esta parte de nuestra literatura».[5]
    • Velázquez de Velasco
    • Fuente: Orígenes de la poesía castellana (1754)
    • Nota: Parece ser la primera vez que en español se utilizó la expresión ‘Siglo de Oro’.[6]

Sobre el Diccionario de la lengua española (DLE o, antiguamente, DRAE)[editar]

  • «Déseles el uso de la palabra; en primer lugar necesitarán de una academia para que se atribuya el derecho de decirles, que tal o cual vocablo no debe significar lo que ellos quieren, sino cualquier otra cosa; necesitarán sabios, por consiguiente, para que se ocupen toda una larga vida en hablar de cómo se ha de hablar; necesitarán escritores, que hagan macitos de papeles encuadernados, que llamarán libros».[7]
  • María Moliner —para decirlo del modo más corto— hizo una proeza con muy pocos precedentes: escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más completo, más útil, más acucioso y más divertido de la lengua castellana. Se llama Diccionario de uso del español, tiene dos tomos de casi 3000 páginas en total, que pesan tres kilos, y viene a ser, en consecuencia, más de dos veces más largo que el de la Real Academia de la Lengua, y —a mi juicio— más de dos veces mejor.[11]
  • «Se está convirtiendo en una especie de internado de jesuitas. Hay unas reuniones donde nos hacen firmar para ver si vamos o no vamos... Se trabaja como en un seminario o en clases que a veces parecen párvulos».[12]

Referencias[editar]