Partido (grupo político)

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Un partido político es un «conjunto o agregado de personas que siguen y defienden una misma opinión o causa».[1]

Citas[editar]

  • «Soy miembro de un partido de uno y vivo en una época de miedo».
    [I am a member of a party of one, and I live in an age of fear]. [3]
  • «Un traidor es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro».[6] [posibles variantes de traducción y versiones de otros autores]

Fragmentos históricos[editar]

  • «Este partido está pudriéndose por la inmensa gusanera de caciques y caciquillos. Tienen más que los monárquicos. En cada capital hay cincuenta que quieren imponer los caprichos de su vanidad y de su ambición a todos sus correligionarios... Y si nada más hubiera esos cincuenta, menos mal. Luego vienen los caciques de distrito y los de barrio... ¡Oh! !Esos vejestorios endiosados de Comité local y de barriada! ¡Papas rojos, que se creen infalibles e indiscutibles!
    Para hacer la revolución, lo primero, lo indispensable, sería degollarlos a todos. Si éstos trajeran la República, estaríamos peor que ahora. Sería cosa de emigrar. Suerte que no hay miedo a que la traigan. ¡Hay cada revolucionario que tiene un miedo feroz a la revolución!... Hubiera usted visto a algunos de ellos cuando la semana roja de Barcelona, cuando aquí se dijo que iba a estallar la huelga general, irse huyendo de Madrid como ratas... No sé qué diablos ocurría entonces, que a todos les salían negocios en provincias, o tenían por esas tierras de dios parientes enfermos de gravedad, que los llamaban... ¡Y para ver este espectáculo me vine yo de Santander e interrumpí mi veraneo!... Luego, son muchos los republicanos que no quieren que venga la República, porque no les conviene; van muy bien en el machito, haciendo la farsa de la oposición, sirviendo de comparsas en esta política repugnante, representando su papel de diputados o de concejales, u otros papeles peores.
    En este partido son muy pocos los directores que trabajan desinteresadamente por el ideal; la desorganización es indescriptible, no se puede imaginar; no hay espíritu de disciplina, ni siquiera instinto de conservación... Si no fuera porque veo esos caciquitos ir a su avío, sin saber disimularlo, creería que estaban locos. No se puede hacerlo peor para facilitar la victoria al adversario e imposibilitar la propia... Estoy harto de luchar sin esperanza de salvación entre tanta miseria. Así están disgregando la masa republicana, infiltrando el escepticismo entre los soldados de fila... ¡Oh! Usted no puede darse idea de lo que aquí se persiguen unos odios a otros y unas vanidades a otras... ¡Con qué ensañamiento, con qué perfidia, empleando todos los medios, hasta la difamación y la calumnia! [...] Esto es insoportable. Esto es nauseabundo. En este partido se tropieza por excepción con hombres sinceramente republicanos, con hombres que deseen el advenimiento de la República».[7]

Referencias[editar]

  1. Diccionario de la RAE
  2. "El arte de la mentira política", J. L. Cebrián, en 'El País del 12.01.2016.
  3. New York Herald Tribune (29.11.1947). Menciones en GLibros.
  4. Bartra (1994), p. 237.
  5. Ortega (2013), p. 3355.
  6. Ortega Blake (2013), p. 3372.
  7. El Imparcial, 13 de mayo de 1910, siendo diputado de la Conjunción Republicano-Socialista.Anales Galdosianos, volúmenes 19-20. University of Pittsburgh. Editorial University of Pittsburgh, 1984, pp. 92-93.

Bibliografía[editar]

  • Ortega, Arturo. El gran libro de las frases célebres. Penguin Random House Grupo Editorial. México, 2013. ISBN 6073116314, 9786073116312. En Google Books.

Enlaces externos[editar]