Fernando Delgado
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Fernando González Delgado, más conocido como Fernando Delgado (Santa Cruz de Tenerife, 1 de febrero de 1947 − Faura, Valencia, 18 de febrero de 2024), fue un periodista, locutor, escritor y político español.
Citas[editar]
- «Es casi milagroso que el libro siga teniendo acogida en una sociedad donde los procesos educativos no preparan a los niños como lectores ni para que contemplen arte o música».Semblanza en [1]
- «La memoria es infiel, el olvido no».[2]
- «La radio es el medio más anónimo, el que induce más al cultivo de la imaginación».[1]
- «Los periodistas no somos mesías, no creo que nos tengamos que proponer salvar el universo».[1]
- «Los tópicos de gente teóricamente renovadora ya los oí cuando era joven, en el 68; los atuendos que llevábamos casi son parecidos, íbamos igual de desaliñados, y encima éramos más atrevidos y más transgresores y fuimos muchísimo más golfos».[1]
- «Por muchas leyes y transparencia que haya, si no hay voluntad de ser decente, siempre encontraremos corruptos».[1]
Citas en verso[editar]
- «Solo la memoria, pertinaz, / es capaz de inventarnos un eterno ladrido / para distraer la soledad en que nos deja / la vida que allí había y que ahora nos falta».[3]
Citas sobre el autor[editar]
- «...Me lo imagino con la misma sonrisa que tiene ahora de hombre guapo, entonces de casi chaval, colándose en las vidas de unos y otros, sintiéndose íntimamente afortunado por verse paseando por el Retiro con el recién regresado Max Aub, por compartir comida en una tasca romana con Rafael Alberti o la barra del Oliver con ese escritor de extravagancia elegante que fue Francisco Nieva. De todos ellos tiene Fernando (no sé llamarlo Delgado) una consideración aguda, un apunte breve pero atinado. Hay mucho exilio en este ejercicio de memoria: de los que vuelven tras una vida plena fuera de España, como Francisco Ayala; de los que como Aub quieren saber cómo es este país al que regresan y que no entienden muy bien; de quienes, como Chacel, no quieren acomodarse a una condición de exiliados eternos. Pero también están los escritores del exilio interior que encontraron en la casa de Vicente Aleixandre un refugio, o los más jóvenes, que heredaban los recuerdos de aquella otra España que no fue posible». [3]