«Así ha de ser el historiador exento de temor, incorruptible, independiente, amigo de la franqueza y de la verdad, llamando, como dice el cómico, al higo, higo, y al esquife, esquife; sin conceder nada a la amistad ni al odio; sin perdonar nada por compasión, vergüenza o respeto; juez imparcial, benévolo con todos, sin excederse para nadie de lo justo; extraño a sus libros, sin rey, sin ley y sin patria, y sin preocuparse de lo que éste o aquél pensará, refiriendo verazmente los hechos».
«Un historiador o cronista que intentara escribir la historia de Europa durante cualquier siglo estaría influido por cualquier conexión en el espacio y en el tiempo».