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Vicente Rojo Lluch

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Vicente Rojo Lluch

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Vicente Rojo Lluch (Fuente la Higuera, 8 de octubre de 1894 - Madrid, 15 de junio de 1966) fue un militar español, jefe de Estado Mayor del Ejército Popular de la República durante la guerra civil española.

Memorias y escritos

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  • «Al estallar la rebelión el Estado tenía el deber de defenderse, defendiendo lo que los comicios habían revelado como voluntad nacional. La defensa es legítima. El ataque contra la razón y la ley, no. [...] Por eso España, la España nueva del amanecer de 1931 actuaba, como vanguardia y defendiéndose, para proteger aquellos ideales amenazados: la independencia, la libertad, la justicia social, pues las ideas nuevas (¿pueden llamarse nuevas las ideas cavernarias?) sólo podían arraigar en mentes rezagadas, reaccionarias, por cuanto representan un retroceso en el progreso humano y un miedo incontenible a un futuro que siempre es demasiado luminoso para los miopes».[1]
  • «Nuestro pueblo, la España leal al gobierno, no está aplastada, ni podrida como creéis, ni sometida a ninguna ideología, ni postrada ante nadie, ni invadida, ni hambrienta».[2]
  • «Si la República se desvió más de lo que pudiera desearse hacia la izquierda (sin elogiar ni condenar las razones políticas que para hacerlo pudiera tener el Gobierno), se debió en gran parte a la conducta poco gallarda y sobradamente inmoral de las democracias occidentales. Es probable que la política seguida en el Comité de no Intervención no respondiera fielmente al pensamiento de los gobernantes, ni, por descontado, de los pueblos que regían, sino más bien de los intereses que manejan a los gobiernos».[3]
  • «Sobre la masa abrumada se esgrimía físicamente el miedo, y místicamente el peso de la tradición. Sin decirlo se trataba de restablecer el régimen de castas y privilegios, el control del Estado y del hombre mediante el absolutismo, el autoritarismo, el totalitarismo en la acción de mando y de gobierno, amparándose el poder en un sistema rigurosamente policíaco, dando a la estructura social un régimen de vasallaje y sumisión al poder seductor del oro y de temor al poder de la fuerza. Así había de ser, cualesquiera que fueran las promesas, porque eso era lo que representaban los conjurados. [...] El triunfo podría ser de y para los intereses creados, pero no para el pueblo; y el pueblo era España».[4]
  • «Se fundían y unificaban las voluntades, los dineros y las ambiciones para la lucha contra la República. Se sumaban a la empresa todos los intereses creados que se consideraban amenazados por los males del siglo, el socialismo y el liberalismo; pero real y verdaderamente lo hacían contra una legislación republicana que restringía o anulaba privilegios, y no se unían para defenderse, sino para atacar y destruir los avances sociales ya logrados. Se trataba de fuerzas reaccionariamente conservadoras... Conservadoras de todo, hasta de analfabetismo y miseria seculares de su pueblo».[5]

Referencias

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  1. Historia de la guerra de España (2017), pp. 94, 100
  2. Carta escrita en junio de 1938 a su amigo Emilio Alamán, militar del bando sublevado. Ver Agustín Monzón (2019-10-05). «Vicente Rojo, el intelectual de la guerra que logró frenar a Franco». El Independiente. 
  3. Rojo (1967); p. 212
  4. Rojo (2017); pp. 92-93
  5. Rojo (2017); p. 82.

Bibliografía

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