Vela (tiempo)

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La vela se refiere, entre otros significados, a la «acción y efecto de velar»; «tiempo que se vela»; «tiempo que se destina por la noche a trabajar en algún arte u oficio o en cualquier otra cosa».[1]

Citas de vela, velar, velatorio, duermevela, etc.[editar]

  • «La idea de Baranda, admitida y apoyada por los conspicuos, hubo de rematar el disloque de Iberito, que se pasó la noche en vela, voltejeando parte de ella en su cuarto, y el resto, hasta el amanecer, en la huerta, entre perales, cerezos y manzanos. Toda la lógica del mundo se condensaba en este pensamiento: "Es mi deber presentarme al general Prim y pedirle que me lleve como soldado a la conquista de Méjico, o como corneta de órdenes. Lo mismo puedo ir de cocinero que de mozo de acémilas; y una vez en aquella tierra, ya me abriré camino para poner mi nombre a la altura de los que más alto suban al lado del de Prim"».[3]
    • Galdós
    • Fuente: Prim, Capítulo I (1906)

Citas del Quijote[editar]

Página principal: Don Quijote de la Mancha

El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1605)[editar]

  • «— Según eso, las camas de vuestra merced serán duras peñas, y su dormir, siempre velar; y siendo así, bien se puede apear, con seguridad de hallar en esta choza ocasión y ocasiones para no dormir en todo un año, cuanto más en una noche».[6]
    • El ventero a don Quijote
    • Fuente: «Capítulo II. Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso don Quijote».

Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha (1615)[editar]

  • «A mi noticia ha llegado, señor don Sancho Panza, que unos enemigos míos y desa ínsula la han de dar un asalto furioso, no sé qué noche; conviene velar y estar alerta, porque no le tomen desapercebido. Sé también, por espías verdaderas, que han entrado en ese lugar cuatro personas disfrazadas para quitaros la vida, porque se temen de vuestro ingenio; abrid el ojo, y mirad quién llega a hablaros, y no comáis de cosa que os presentaren».[6]
    • Carta del duque a Sancho Panza
    • Fuente: «Capítulo XLVII. Donde se prosigue cómo se portaba Sancho Panza en su gobierno».
  • «Así, ¡oh Sancho!, que nuestras obras no han de salir del límite que nos tiene puesto la religión cristiana, que profesamos. Hemos de matar en los gigantes a la soberbia; a la envidia, en la generosidad y buen pecho; a la ira, en el reposado continente y quietud del ánimo; a la gula y al sueño, en el poco comer que comemos y en el mucho velar que velamos; a la lujuria y lascivia, en la lealtad que guardamos a las que hemos hecho señoras de nuestros pensamientos; a la pereza, con andar por todas las partes del mundo, buscando las ocasiones que nos puedan hacer y hagan, sobre cristianos, famosos caballeros. Ves aquí, Sancho, los medios por donde se alcanzan los estremos de alabanzas que consigo trae la buena fama».[6]
    • Fuente: «Capítulo VIII. Donde se cuenta lo que le sucedió a don Quijote, yendo a ver su señora Dulcinea del Toboso».
  • «— Duerme tú, Sancho —respondió don Quijote—, que naciste para dormir; que yo, que nací para velar, en el tiempo que falta de aquí al día, daré rienda a mis pensamientos, y los desfogaré en un madrigalete, que, sin que tú lo sepas, anoche compuse en la memoria».[6]
    • Fuente: «Capítulo LXVIII. De la cerdosa aventura que le aconteció a don Quijote».
  • «Era la noche algo escura, puesto que la luna estaba en el cielo, pero no en parte que pudiese ser vista: que tal vez la señora Diana se va a pasear a los antípodas, y deja los montes negros y los valles escuros. Cumplió don Quijote con la naturaleza durmiendo el primer sueño, sin dar lugar al segundo; bien al revés de Sancho, que nunca tuvo segundo, porque le duraba el sueño desde la noche hasta la mañana, en que se mostraba su buena complexión y pocos cuidados. Los de don Quijote le desvelaron de manera que despertó a Sancho y le dijo:
    — Maravillado estoy, Sancho, de la libertad de tu condición: yo imagino que eres hecho de mármol, o de duro bronce, en quien no cabe movimiento ni sentimiento alguno. Yo velo cuando tú duermes, yo lloro cuando cantas, yo me desmayo de ayuno cuanto tú estás perezoso y desalentado de puro harto. De buenos criados es conllevar las penas de sus señores y sentir sus sentimientos, por el bien parecer siquiera. Mira la serenidad desta noche, la soledad en que estamos, que nos convida a entremeter alguna vigilia entre nuestro sueño».[6]
    • Fuente: «Capítulo LXVIII. De la cerdosa aventura que le aconteció a don Quijote».

Refranes, etc.[editar]

  • Esta noche me cabe la vela; ruego yo a mi Dios que no me duerma.[7]
  • «La mujer que poco vela, tarde hace luenga tela».[9]

Referencias[editar]

  1. Real Academia Española. «vela (1.1/2/4).» Diccionario de la lengua española (edición del Tricentenario, actualización 2019). Consultado el 17 de agosto de 2020.
  2. Agustini, Delmira. Antología: «Visión». Centro Virtual Cervantes. Consultado el 17 de agosto de 2020.
  3. Pérez Galdós, Benito. p. 13. Madrid, Perlado, Páez y Compañía, 1906. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Consultado el 18 de junio de 2021.
  4. Wald, Miguel. «La traducción no existe (y II)». El Trujamán, 24 de agosto de 2000. Centro Virtual Cervantes. Consultado el 17 de abril de 2020.
  5. Ed. de Alianza Editorial (1991), traducción de Guillermo Cabrera Infante.
  6. 6,0 6,1 6,2 6,3 6,4 Cervantes (2010).
  7. Correas (1906), p. 136. Consultado el 17 de agosto de 2020.
  8. Correas (1906), p. 497. Consultado el 17 de agosto de 2020.
  9. Correas (1906), p. 189. Consultado el 17 de agosto de 2020.
  10. Correas (1906), p. 433. Consultado el 17 de agosto de 2020.

Bibliografía[editar]

  • Correas, Gonzalo (1906). Vocabulario de refranes y frases proverbiales y otras formulas comunes de la lengua castellana en que van todos los impresos antes y otra gran copia. Madrid, Ratés. Internet Archive.