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La casa de Bernarda Alba

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La casa de Bernarda Alba

Título original La casa de Bernarda alba
Autor Federico García Lorca
Idioma Español
País España
Género Obra teatral
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La casa de Bernarda Alba es una obra de teatro escrita por Federico García Lorca en 1936.

  • «Bernarda.- Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija.) ¡A callar he dicho! (A otra hija.) ¡Las lágrimas cuando estés sola! Nos hundiremos todas en un mar de luto. Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído? ¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!».[1]
    • Fuente: Acto III[2]

Citas sobre la obra

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  • «Como entendemos que la obra es altamente poética, nos resulta imposible calificarla de obra política. Los que han tratado de verla como expresión política se suelen basar en algunas declaraciones que Lorca hizo en los últimos años de su vida. Luego aplican estas declaraciones a la obra para probar la supuesta intención política».[1]
    • Allen Josephs y Juan Caballero
    • Fuente: «Introducción». La casa de Bernarda Alba. Castalia: Ediciones Cátedra, Madrid, 1976.
  • «El mito Lorca caló, como era natural, más que en ninguna parte entre los jóvenes que le desconocieron. Entre las quejas habituales que se empleaban para expresar el sentimiento de insatisfacción que a estos jóvenes les causaba el teatro de consumo había uno que reflejaba con exactitud lo que acabo de decir: "¡Si pusieran a Lorca...!" Esta era la exclamación. Yo la he oído docenas de veces. Se pensaba que el efecto de su reincorporación a la escena viva tendría el poder de un reactivo misterioso. Eran, por lo tanto, inevitables las decepciones, incluso las decepciones fuertes. Muchos jóvenes que hace unos años se rasgaban las vestiduras cuando alguien se manifestaba irrespetuoso hacia la figura del poeta han vuelto hoy su opinión del revés y arremeten contra las obras de su viejo fetiche, incluso con descarada injusticia».
    • Angel Fernández Santos
    • Fuente: «La vuelta de Federico García Lorca». Reseña en Primer acto, número 50, febrero de l964.[1]
    • Nota: Con motivo del estreno en España, el 10 de enero de 1964, bajo la dirección de Juan Antonio Bardem, con escenografía de Antonio Saura, en el Teatro Goya.[1]
  • «La casa de Bernarda Alba es la obra más teatral de Lorca, en el peor sentido de la palabra, pero también donde ha logrado un punto mayor de dificultad mecánica y donde ha hecho el alarde de interesar únicamente con mujeres en la escena. Tremendamente efectista, caricaturesco y falso, este drama ha suscitado los comentarios y críticas más desaforados. (...) Claro que hay alguna porción de verdad en La casa de Bernarda Alba, pero es una verdad desfigurada, exagerada, parcial, incompletísima, y, por todo ello, corre el peligro de degenerar hasta convertirse en algo como la contrafigura de una versión escénica de los Alvarez Quintero, con iguales bruscos resortes, aunque unos en la casa sombría y otros en el cromo acaramelado. Claro está también que con una retórica infinitamente más noble y depurada en Lorca, que es lo que puede salvar a una acumulación tal de efectismos unilaterales y monótonos de que hace gala teatral en su drama».[1]
    • Eugenio García Luengo
    • Fuente: «Revisión del teatro de García Lorca». Primer acto, número 50, febrero de l964[1]
    • Nota: Escrito en 1951, pero reproducido en Primer acto, número 50, con motivo del estreno en España, el 10 de enero de 1964, bajo la dirección de Juan Antonio Bardem, con escenografía de Antonio Saura, en el Teatro Goya.[1]
  • «Por fin, La casa de Bernarda Alba. Con su estreno vemos cumplido un viejo deseo. Esta obra es, sin duda, la mejor de Federico García Lorca, pero es también una de las mejores del teatro español contemporáneo. (...) Lo que especialmente confiere a esta obra una modernidad, una cercanía a nosotros, a nuestra estética, es algo que está más allá de la actualidad —o, si se prefiere decir de otro modo, para ser más exactos, de la supervivencia—, de la problemática en ella planteada. Que la tragedia de Angustia, Magdalena, Amelia, Martirio y Adela sea todavía actual indica, en todo caso, que nuestra sociedad no ha evolucionado lo suficiente como para superar determinados problemas, pero esto, como se ve, no sería un mérito de García Lorca, sino un defecto de nuestras estructuras sociales. No es aquí, pues, donde yo veo la modernidad, la cercanía de esta obra. Veo esa modernidad y esa cercanía, por el contrario, en el espíritu crítico que anima al autor, en la especial manera de cómo enfoca el problema, en su acierto al mostrarnos la enajenación que unas determinadas formas de vida provocan en la conciencia humana. Lo que García Lorca nos presenta en escena es un problema de libertad, o, por mejor decir, de ausencia de libertad, y ello mediante esta colisión entre el mundo de Bernarda —que es una sociedad petrificada, rígida, inflexible— y el mundo de Adela».[1]
    • Ricardo Domènech
    • Fuente: «La casa de Bernarda Alba». Reseña en Primer acto, número 50, febrero de l964.[1]
    • Nota: Con motivo del estreno en España, el 10 de enero de 1964, bajo la dirección de Juan Antonio Bardem, con escenografía de Antonio Saura, en el Teatro Goya.[1]

Referencias

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Bibliografía

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