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Isabel Allende

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Isabel Allende
«El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla».
«El que busca la verdad corre el riesgo de encontrarla».
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Isabel Allende Llona (Lima, 2 de agosto de 1942) es una escritora chilena-estadounidense, nacida en Perú.

  • «El que busca la verdad, corre el peligro de encontrarla». [1]
  • «El sabio es humilde porque sabe cuán poco sabe».[2]
  • «Escribir es para mí como hacer ganchillo; siempre temo que se me vaya a escapar un punto». [3]
  • «Es mejor ser hombre que mujer, porque hasta el hombre más miserable tiene una mujer a la cual mandar». [4]
  • «La guerra es la obra de arte de los militares, la coronación de su formación, el broche dorado de su profesión. No han sido creados para brillar en la paz».[5]
  • «La muerte no existe. La gente solo se muere cuando la olvidan. Si puedes recordarme, siempre estaré contigo». [6]
  • «Nadie sabe para quién escribe. Cada libro es un mensaje lanzado en una botella al mar con la esperanza de que arribe a otra orilla».
    • Fuente: Mi país inventado.[7]

La Casa de los espíritus, 1982

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  • «Barrabás llegó a la familia por via maritima, anotó la niña Clara con su delicada caligrafía. Ya entonces tenía el hábito de escribir las cosas importantes y más tarde, cuando se quedó muda, escribía también las trivialidades, sin sospechar que cincuenta años después, sus cuadernos me servirían para rescatar la memoria del pasado y para sobrevivir a mi propio espanto.» [8]
    • Incipit
  • «A menos iban a visitar a Pedro García, el viejo, a quien el tiempo había gastado los sentidos. Se fue quedando ciego paulatinamente, una película celeste le cubría las pupilas, "son las nubes, que me están entrando por la vista" decía. Agradecía mucho las visitas de Blanca y Pedro Tercero, que era su nieto, pero él ya lo había olvidado. Escuchaba los cuentos que ellos seleccinaban de los libros mágicos y que tenían que gritarle al oído, porque también decía que el viento le estaba entrando por las orejas y por eso estaba sordo.» [9]
  • «Un día el viejo Pedro García les contó a Blanca y a Pedro Tercero el cuento de las gallinas que se pusieron de acuerdo para enfrentar a un zorro que se metía todas las noches en el gallinero para robar los huevos y devorarse los polllitos. Las gallinas decidieron que ya estaban hartas de aguantar la prepotencia del zorro, lo esperaron organizadas y cuando entró al gallinero, le cerraron el paso, lo rodearon y se le fueron encima a picotazos hasta que lo dejaron más muerto que vivo. [...] Blanca se rió con la historia y dijo que eso era impossible, porque las gallinas nacen estúpidas y debiles y los zorros nacen astutos y fuertes, pero Pedro Tercero no se rió. Se quedó toda la tarde pensativo, rumiando el cuento del zorro y las gallinas, y tal vez ése fue el instante en que el niño comenzó a hacerse hombre.» [10]
  • «Era una de esas mujeres estoicas y prácticas de nuestro país, que con cada hombre que pasa por sus vidas tienen un hijo y además recogen en su hogar a los niños que otros abandonan, a los parientes más pobres y a cualquiera que necesite una madre, una hermana, una tía, mujeres que son el pillar central de muchas vidas ajenas, que crían hijos para que se vayan también y que ven partir a sus hombres sin un reproche, porque tienen otras urgencias mayoresde las cuales ocuparse.» [11]
  • «Me pareció igual a tantas otras que conocí en los comedores populares, en el hospital de mi tío Jaime, en la Vicaría donde iban a buscar a sus muertos. Le dije que habÍa corrido mucho riesgo al ayudarme y ella sonrió. Entonces supe que el coronel García y otros como él tienen sus días contados, porque no han podido destruir el espíritu de esas mujeres.» [12]
  • «Después el nieto de la mujer violada repite el gesto con la nieta del violador y dentro de cuarenta años, tal vez, mi nieto tumbe entre las matas del río a la suya y así, por los siglos venideros, en una historia inacabable de dolor, de sangre y de amor.» [13]
  • «Escribo, ella escribió, que la memoria es frágil y el transcurso de una vida es muy breve y sucede de todo tan de prisa, que no alcanzamos a ver la la relación entre los acontecimientos, no podemos medir la consequencia de los actos, creemos en la ficción del tiempo, en el presente, el pasado y el futuro, pero puede ser también que todo ocurre simultáneamente, como decían las tres hermanas Mora, que eran capaces de ver en el espacio los espíritus de todas las épocas.» [14]
  • «Quiero pensar que mi oficio es la vida y que mi misión no es prolongar el odio, sino sólo llenar estas páginas mientras espero el regreso de Miguel, mientras entierro a mi abuelo que ahora descansa a mi lado en este cuarto, mientras aguardo que lleguen tiempos mejores, gestando a la criatura que tengo en el vientre, hija de tantas volaciones, o tal vez hija de Miguel, pero sobre todo hija mía.» [15]

Cuentos de Eva Luna , 1990

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  • «Tenía el nombre de Belisa Crepusculario, pero no por fe de bautismo o acierto de su madre, sino porque ella misma lo buscó hasta encontrarlo y se vistió con él.» [16]
  • «Esa noche murió Clarisa sin angustia. De cáncer, diagnosticó el médico al ver sus capullos de alas; de santidad, proclamaron los devotos apiñados en la calle con cirios y flores; de asombro, digo yo, porque estuve con ella cuando nos visitó el Papa.» [17]

Referencias

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  1. Albaigès (1997), p. 191.
  2. Palomo, Eduardo. Cita-logía. pág. 258 Punto Rojo Libros, 2013. ISBN 9788416068104.
  3. Albaigès (1997), p. 39.
  4. Albaigès (1997), p. 455.
  5. Albaigès (1997), p. 338.
  6. Albaigès (1997), p. 416.
  7. Allende, Isabel. pág. ? Mi país inventado. Penguin Random House Grupo Editorial España, 2016. ISBN 9788401017834. En Google Libros. Consultado el 27 de marzo de 2020.
  8. Allende, Isabel (1982). «Rosa la bella». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 9. ISBN 84-01-42224-8. 
  9. Allende, Isabel (1982). «El tiempo de los espíritus». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 136. ISBN 84-01-42224-8. 
  10. Allende, Isabel (1982). «El tiempo de los espíritus». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 137. ISBN 84-01-42224-8. 
  11. Allende, Isabel (1982). «Epílogo». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 407. ISBN 84-01-42224-8. 
  12. Allende, Isabel (1982). «Epílogo». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. pp. 407-408. ISBN 84-01-42224-8. 
  13. Allende, Isabel (1982). «Epílogo». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 408. ISBN 84-01-42224-8. 
  14. Allende, Isabel (1982). «Epílogo». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 410. ISBN 84-01-42224-8. 
  15. Allende, Isabel (1982). «Epílogo». La Casa de los espíritus. Plaza & Janes Editores. p. 411. ISBN 84-01-42224-8. 
  16. Allende, Isabel (2003) [1990]. «Dos palabras». Cuentos de Eva Luna. Le Livre de Poche. p. 12. ISBN 978-2-253-08694-9. 
  17. Allende, Isabel (2003) [1990]. «Clarisa». Cuentos de Eva Luna. Le Livre de Poche. p. 134. ISBN 978-2-253-08694-9. 

Bibliografía

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  • Albaigès Olivart, José María y M. Dolors Hipólito (1997). Un siglo de citas. Planeta.  ISBN 8423992543.