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Diego de Torres Villarroel

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Diego de Torres Villarroel

Véase también
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Diego de Torres Villarroel (Salamanca, 1694–ibidem, 19 de junio de 1770) fue un escritor del Siglo de Oro español.

  • «Prueba en dar algo a tu prójimo, que puede ser que te sepa mejor distribuir que amontonar».[1]

Fragmentos de su obra

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  • «Con los socorros diarios de estas dos casas y con la amistad de un bordador que me permitía bordar en su obrador gorros, chinelas y otras baratijas que se despachaban a los primeros precios en una tienda portátil de la Puerta del Sol, vivía mal comido, pero juntaba para calzar un par de zapatos y ponerme unos decentes calzones y alguna chupa sacada del portal del mercader».[2]
  • «Desde aqui hago propósito de dar una buena sotana á toda la chusma, y ojalá supiera los nombres, y los apellidos de todos ellos, que los havia de sacar a la rechifla del Público, bien arremangadas para ver si puestos á la vergüenza, les venia algún poco de rubor á la cara, y un si es no es de escarmiento, que los sirviesse para corregir sus vicios, ó los obligasse á marchar con las pestes de sus vidas, y costumbres á otra menos asquerosa de pecados, y disparates».[3][4]
  • «Item, quiero, que en la parte anterior de la caxa de mi asqueroso cadáver, en una targeta, pintada al fresco se ponga este mote: Este Tumulo, que espanta, / Del Gran Piscatar [sic] es Tumba; / Tente, Peregrino, y zumba, / Passa, Passagero, y canta; / Sea tu rechifla tanta, / Que silves hasta no mas; / Y si carcaxadas das, / Hoi te permite el Theatro, / Que en cabeza de estos quatro, / Te rias de los demás».[5][3]
  • «Sabía que estaba en la tierra de los ciegos. Padeció entonces la España una obscuridad tan afrentosa que en estudio alguno, colegio ni universidad de sus ciudades, había un hombre que pudiese encender un candil para buscar los elementos de esas ciencias».[6]
  • «Ya no hay quien suba a la cumbre del Parnaso, que es monte de musas y dificultades, y se les hace muy cuesta arriba. Los laureles que antes salían destinados para ceñir las gloriosas sienes de los ingeniosos, coronando sus sudores con los cercos de inmortal lozanía, hoy se contentan con hacer un papel de ‘metemuertos’ en la comedia de los escabeches, porque ya no hay poetas de corona, sino legos».[7]

Sobre Torres Villarroel

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  • «La Vida es la autobiografía de un pequeño burgués advenedizo que logra un éxito sin precedente a través de ingeniosidades, explotando la credulidad del vulgo y sus supersticiones, en las cuales él no cree. Afirma que los fantasmas y otros seres sobrenaturales solo le producen hilaridad: “Las brujas, las hechiceras, los duendes, y sus relaciones, historias y chistes me arrullan, en entretienen y me sacan al semblante una burlona risa” [...] En la galería de los pequeños burgueses sin burguesía figura este contradictorio perdulario salmantino que anticipa al escritor del siglo XIX, pendiente de los gustos y modas de sus lectores».[8]

Referencias

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  1. Señor, Luis (1.ª ed. 1997/2017). Diccionario de citas. Espasa Calpe. p. 119.  ISBN 8423992543.
  2. Torres Villarroel, Diego de. Vida; edición de 1799. página 135. Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
  3. 3,0 3,1 Real Academia Española. «rechifla s.(1727-)». Nuevo diccionario histórico del español (NDHE), 8.ª entrega (marzo de 2020).
  4. Ferias de Madrid 1765, p. 17.
  5. Testamento D. Torres, en Lethargo, mejoría, verdadero, juicioso testamento y repartimiento de los bienes de don Diego de Torres, 1727, p. 8
  6. Torres Villarroel, Diego de. Vida... Madrid: La Lectura, 1912, pp. xviii-xix.
  7. Texto de 1743. Biblioteca CVC.]
  8. Blanco Aguinaga, Carlos; Julio Rodríguez Puértolas, Iris M. Zavala, Historia social de la literatura española. Madrid: Castalia, 1978.