Hildegarda de Bingen

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Hildegarda de Bingen
«Las visiones que contemplé, nunca las percibí ni durante el sueño, ni en el reposo, ni en el delirio»
«Las visiones que contemplé, nunca las percibí ni durante el sueño, ni en el reposo, ni en el delirio»
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Hildegarda de Bingen (Bemersheim, Renania-Palatinado (Sacro Imperio Romano Germánico); 16 de septiembre de 1098 – Eibingen (id.); 17 de septiembre de 1179) fue una religiosa visionaria alemana.

Citas[editar]

  • «Y por eso existe la suprema bendición en forma femenina».
    [Et ideo est summa benedictio in feminea forma]. [1][2]

Inventario de visiones místicas[editar]

  • «Desde mi infancia, desde los cinco años, hasta el presente, he sentido prodigiosamente en mí la fuerza y el misterio de las visiones secretas y admirables, y la siento todavía».[3]
  • «En la misma visión, entendí los escritos de los profetas, de los Evangelios y de los demás santos y de algunos filósofos, sin haber recibido instrucción de nadie, y expuse ciertas cosas basadas en ellos, aunque apenas tenía conocimientos literarios, al haberme educado como mujer poco instruida».[4]
  • «Lo que no veo lo desconozco, puesto que no soy docta. Y lo que escribo es lo que veo y oigo en la visión, y no pongo otras palabras más que las que oigo. Lo digo en palabras latinas sin pulir como las oigo en la visión, pues en la visión no me enseña a escribir como escriben los filósofos....» [5]
  • «Más las visiones que contemplé, nunca las percibí ni durante el sueño, ni en el reposo, ni en el delirio. Ni con los ojos de mi cuerpo, ni con los oídos del hombre exterior, ni en lugares apartados».[6]
  • «¡Pobre alma, hija de tantas miserias! Estás como calcinada por tantos y tan crueles sufrimientos físicos. Sin embargo, todavía te invade el flujo abismal de los misterios de Dios».[7]
  • «Tendida en mi lecho de enferma, en el año 1170 de la Encarnación del Señor, vi, estando despierta de cuerpo y alma, una bellísima imagen, que tenía forma de mujer, exquisita en su dulzura, preciosa en sus gozos. Y era tanta su hermosura, que resulta inconcebible para la mente humana, y de estatura iba desde la tierra hasta el cielo. Vestía una túnica de la seda más blanca, y la envolvía un manto tachonado de piedras preciosísimas: esmeraldas, zafiros y perlas de varias clases, y se cubría los pies con calzado de ónice [...] Un tiempo después vi una visión maravillosa y misteriosa, de tal modo que todas mis vísceras fueron sacudidas y apagada la sensualidad de mi cuerpo».[8]

De su correspondencia[editar]

  • «Cuando el diablo engañoso supo que el hombre, por inspiración de Dios, había empezado a cantar [...], se sintió aterrorizado y atormentado y se dio a reflexionar y a averiguar [...] cómo podría en adelante no sólo multiplicar en el corazón de los hombres las sugerencias malvadas y pensamientos inmundos o diversas distracciones, sino incluso en el corazón de la Iglesia, a través de disensiones y escándalos o mediante órdenes injustas, perturbando o impidiendo la celebración y la belleza de la divina alabanza y de los himnos espirituales. Por eso, vosotros y todos los prelados debéis reflexionar con extrema vigilancia, y antes de cerrar con vuestra sentencia la boca de alguien que en la Iglesia canta las alabanzas de Dios al suspenderlo y prohibirle recibir los sacramentos, antes de hacer todo eso, debéis examinar con cuidado las causas por las que lo hacéis, pensando sobre ellas con la mayor atención».[9]
  • «Huye de la abyección, oh rey, sé un soldado, un caballero armado, aquel que combate valientemente al demonio, para no dispersarte y para que tu reino terrestre no sufra por ello [...]».[10]
  • «Oh Padre rectísimo y dulcísimo, escucha en tu bondad a tu indigna sirvienta, a mí que, desde la infancia, jamás he vivido segura. […] Quiero, Padre, que por el amor de Dios me recuerdes en tus oraciones».[11]

Citas sobre Hildegard[editar]

  • «De creerla a ella misma, se trata tan sólo de una “miserable mujer”, a la que Dios ha elegido para revelar su Palabra. Pero si seguimos de cerca su vida y su obra, se nos muestra, sin embargo, como una persona culta, fuerte y rebelde, capaz de sobreponerse a todos los prejuicios de su tiempo y de llegar a convertirse, con la única energía de su voluntad y su talento, en consejera de papas y emperadores, fundadora de monasterios, autora de libros visionarios y tratados científicos, médica y compositora de espléndidas piezas musicales. Una mujer sin duda alguna extraordinaria, cuya sabiduría, valor y talento sobrepasan de lejos los límites impuestos por la costumbre a su condición femenina».[12]
  • «Nos te felicitamos y nos dirigimos a ti para que sepas que Dios se resiste a los soberbios y da su gracia a los humildes. Conserva pues y mantén esa gracia que existe en ti de manera que puedas sentir lo que te es entregado en espíritu, y que lo transmitas con toda prudencia cada vez que lo oigas».[13]

Referencias[editar]

  1. Escrito hacia 1175, en el Monasterio de Rupertsberg, en Bingen am Rhein; manuscrito de Dendermonde (Flandes), Sint-Pieters-en Paulusabdij (Abadia de Sants Pere i Pau), ms. 9, codi B-DEa 9. Citado en: Humanitats en femení: Grans dones de la cultura universal'. Editores Universitat Pompeu Fabra 2021-07-12
  2. Quia ergo femina mortem instruxit, De "Cantus Manuscript Database, Social Sciences and Humanities Research Council of Canada", visualizar.
  3. Cirlot (2012), p. . De Vida.
  4. Romero, Margarita (2015). Palibrio, ed. Hildegard Von Bingen: De Fungis Y La Reescritura De Los Textos De La Antigüedad. ISBN 9781463333003. 
  5. Carta a Guibert de Gembloux. Cirlot (2012), p. .
  6. Cirlot (2012), p. . Scivias, primer libro de visiones
  7. Caso (2022), p. .
  8. Cirlot (2012), p. . De vida.
  9. Caso (2005), p. . Carta a los prelados en respuesta a la amenaza de excomunión por querer enterrar en su monasterio a un noble (1179)
  10. Carta al emperador Federico I Barbarroja: Caso (2022), p. .
  11. Carta a San Bernardo de Claraval: Caso (2022), p. .
  12. Caso (2022), p. .
  13. Caso (2022), p. .

Bibliografía[editar]

Enlaces externos[editar]