Diferencia entre revisiones de «Plotino»

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=== Enéada VI, 7 ''Sobre cómo vino a la existencia la multiplicidad de las ideas, y sobre el Bien'' ===
=== Enéada VI, 7 ''Sobre cómo vino a la existencia la multiplicidad de las ideas, y sobre el Bien'' ===
[[File:Pexels-photo-414062.jpg|thumb|beautiful bloom blooming|right|Como el Bien era precisamente lo que buscaba, ahora que lo tiene presente, va a su encuentro y se pone a mirarlo en vez de mirarse a sí misma. ¿Quién es ella que lo mira? Ni siquiera para reparar en esto dispone de tiempo.]]
[[File:Pexels-photo-414062.jpg|thumb|beautiful bloom blooming|right|«Como el Bien era precisamente lo que buscaba, ahora que lo tiene presente, va a su encuentro y se pone a mirarlo en vez de mirarse a sí misma. ¿Quién es ella que lo mira? Ni siquiera para reparar en esto dispone de tiempo».]]


* «Porque el alma misma, cuando concibe un amor intenso por aquél, depone todas las formas que tiene, incluso cualquier forma de orden inteligible que haya en ella (…) Una vez, pues, que el alma vea al Bien apareciendo de súbito dentro de ella (pues no hay nada entre ambos y ya no son dos; son una sola cosa: mientras aquél está presente, no podríais distinguirlos (…)), el alma entonces ni se da cuenta de que está en el cuerpo ni dice de sí misma que es alguna otra cosa (…) sino que, como el Bien era precisamente lo que buscaba, ahora que lo tiene presente, va a su encuentro y se pone a mirarlo en vez de mirarse a sí misma. ¿Quién es ella que lo mira? Ni siquiera para reparar en esto dispone de tiempo». <ref>Plotino. ''Enéadas''. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. VI, 7. p. 473 </ref>
* «Porque el alma misma, cuando concibe un amor intenso por aquél, depone todas las formas que tiene, incluso cualquier forma de orden inteligible que haya en ella (…) Una vez, pues, que el alma vea al Bien apareciendo de súbito dentro de ella (pues no hay nada entre ambos y ya no son dos; son una sola cosa: mientras aquél está presente, no podríais distinguirlos (…)), el alma entonces ni se da cuenta de que está en el cuerpo ni dice de sí misma que es alguna otra cosa (…) sino que, como el Bien era precisamente lo que buscaba, ahora que lo tiene presente, va a su encuentro y se pone a mirarlo en vez de mirarse a sí misma. ¿Quién es ella que lo mira? Ni siquiera para reparar en esto dispone de tiempo». <ref>Plotino. ''Enéadas''. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. VI, 7. p. 473 </ref>

Revisión del 04:52 28 feb 2019

Πλωτίνος
PLOTINVS
Plotino
«Si el Bien es algo, es algo de más alto rango que el conocimiento, la intelección y la conciencia de sí mismo».
«Si el Bien es algo, es algo de más alto rango que el conocimiento, la intelección y la conciencia de sí mismo».
Véase también
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Plotino (en griego, Πλωτίνος; en latín, Plotinus; 205-270), filósofo griego neoplatónico autor de las Enéadas.

Citas

Enéada I, 2 Sobre las virtudes

  • «Nuestro afán no consiste en estar libre del pecado, sino en ser Dios».[1]

Enéada I, 3 Sobre la dialéctica

  • «He aquí, pues, los destinados a la subida: el filósofo nato, el músico y el enamoradizo». [2]

Enéada III, 2 Sobre la providencia, libro 1

  • «Morir es cambiar de cuerpo como el actor cambia de traje».[3]

Enéada III, 9 Miscelánea

  • «La Inteligencia es diferente del Bien; ella es boniforme porque piensa el Bien».[4]

Enéada VI, 7 Sobre cómo vino a la existencia la multiplicidad de las ideas, y sobre el Bien

«Como el Bien era precisamente lo que buscaba, ahora que lo tiene presente, va a su encuentro y se pone a mirarlo en vez de mirarse a sí misma. ¿Quién es ella que lo mira? Ni siquiera para reparar en esto dispone de tiempo».
  • «Porque el alma misma, cuando concibe un amor intenso por aquél, depone todas las formas que tiene, incluso cualquier forma de orden inteligible que haya en ella (…) Una vez, pues, que el alma vea al Bien apareciendo de súbito dentro de ella (pues no hay nada entre ambos y ya no son dos; son una sola cosa: mientras aquél está presente, no podríais distinguirlos (…)), el alma entonces ni se da cuenta de que está en el cuerpo ni dice de sí misma que es alguna otra cosa (…) sino que, como el Bien era precisamente lo que buscaba, ahora que lo tiene presente, va a su encuentro y se pone a mirarlo en vez de mirarse a sí misma. ¿Quién es ella que lo mira? Ni siquiera para reparar en esto dispone de tiempo». [5]
  • «La inteligencia debe pues tener dos facultades: la de pensar para ver lo que está en ella y la de ver lo que está más allá de ella: es una intuición que recibe su objeto; primero el alma sólo lo ve; luego al verlo se torna inteligencia y se une a él.
    La primera de estas facultades es el acto de contemplar que pertenece a una inteligencia sabia (nôus émphrom); la segunda es la inteligencia amante (nôus erôn). Fuera de sí y embriagada de néctar se torna inteligencia amante, simplificándose para llegar a ese estado de feliz plenitud: y tal embriaguez vale para ella más que la sobriedad».[6]
  • «Si anteriormente al pensamiento el Bien es autosuficiente, siendo autosuficiente, para ser bien no necesitará del pensamiento acerca del Bien. Luego no se piensa a sí mismo como Bien». [7]
  • «Pero si el Bien es algo, es algo de más alto rango que el conocimiento, la intelección y la conciencia de sí mismo». [8]

Enéada VI, 8 Sobre lo voluntario y la voluntad del Uno

  • «Porque si le atribuimos actos y estos actos suyos se los atribuimos a su cuasivoluntad -pues no actúa sin querer- y estos actos son su cuasiesencia, su voluntad y su esencia serán la misma cosa. Y si esto es así, síguese que es tal y como quiso ser. (…) Luego es Señor soberano de su esencia, ya que tiene en su poder aun su ser».[9]
  • «Y así, cada ser, mientras tanto no posee el bien, quiere otra cosa; pero a medida que posee el bien, se quiere ya a sí mismo, y ni la presencia del bien en él es casual ni su propia esencia es ajena a su voluntad (…) que no cabe concebirlo sin ese su querer para sí lo que es; que él mismo concurre consigo mismo queriendo ser él mismo y siendo lo que quiere; que su querer y él mismo son una sola cosa y que no por eso es menos uno». [10]
  • «Si el Bien subsiste y su propia elección y su propia voluntad lo hacen consubsistir, porque sin ellas no podría existir, y si, por otra parte, no puede ser múltiple, habrá que unimismar su voluntad, su esencia y su querer». [11]
  • «Pero si su querer lo tiene de sí mismo, forzosamente tendrá también de sí mismo su propio ser, con que nuestro razonamiento ha descubierto que el Bien se ha hecho a sí mismo. (…) Luego no es lo que casualmente resultó ser, sino lo que él mismo quiso ser».[12]
  • «Así que las cosas de allá sobrepasan la providencia y sobrepasan la decisión, y cuantas cosas existen en el ámbito del Ser existen estables por siempre en estado intelectivo. (…) Anteriormente a este universo existe una Inteligencia estable, de la cual y conforme a la cual proviene este universo. (…) Una cosa múltiple pero con multiplicidad coordinada, un conjunto de razones pero de razones englobadas de punta a cabo en unidad». [13]
  • «Y si lo anterior a semejante cosa es Principio, (…) esa cosa tan razonada será conforme a dicho Principio, participará de él y será tal como quiera aquél y la potencia de aquél». [14]
  • «Porque allá el poder no consiste en poder hacer cosas contrarias, sino en una inquebrantable e inamovible potencia, que es potencia por excelencia cuando no se salga de la unidad. Y es que el poder hacer cosas contrarias implica impotencia para quedarse en lo óptimo. Ahora bien, esa actividad creativa suya de que hablamos debe existir de una vez para siempre, porque es eximia. Y ¿quién podría desviarla, si ha nacido por voluntad de Dios y es voluntad?». [15]
  • «Luego todo era voluntad, y en él no hay nada que carezca de voluntad. (…) Luego él mismo es, ante todo, la voluntad. (…) Pero en sí mismo ya no engendró nada, porque ya era esto». [16]

Enéada VI, 9 Sobre El Bien o el Uno

  • «[...] es necesario que la Inteligencia consista en la actividad de pensar y que la Inteligencia más excelente sea precisamente aquella que, no mirando hacia el exterior, piense lo que está antes de ella». [17]
  • «Porque ¿cómo podría uno anunciar a aquél como si fuera otro, siendo así que allá, cuando contemplaba, no lo veía como otro, sino como una sola cosa consigo mismo?». [18]
  • «Si, pues, alguien logra verse a sí mismo transformado en esto, tiene en sí mismo una imagen de aquél. Y si partiendo de sí mismo como imagen se remonta hasta el Modelo, alcanzará la meta de su peregrinación». [19]

Otras citas

  • (Últimas palabras) «Esfuérzate por reconducir lo que de divino hay en nosotros a lo que hay de divino en el universo». [20]

Citas sobre Plotino

  • «Plotino, de inmensa influencia en la cultura occidental, no sólo por su espiritualismo, que sedujo a los Padres de la Iglesia, sino por la manera en que reelabora la herencia de Platón y mucho más tarde llega a fecundar la escuela de Ficino en Florencia (Ficino fue traductor de las Enéadas) y a los estetas de Cambridge en el siglo XVIII. El propio Hegel debe a Plotino su modelo cosmogónico; y, por otra parte, la idea romántica del arte debe a Plotino casi todo: con razón decía Valverde que el romanticismo era una "especie de religión neoplatónica (o sea, plotiniana) del arte" (…) La vida espiritual y la obra de Plotino muestran que el verdadero filósofo no es un metafísico sino un místico». [21]
  • «Posiblemente el mayor filósofo-místico que el mundo jamás haya conocido».[22]

Referencias

  1. Citado en Alsina Clota, José; Alsina, José. El Neoplatonismo: síntesis del espiritualismo antiguo. Edición ilustrada. Editorial Anthropos Editorial, 1989. ISBN 9788476581780. p. 7.
  2. Plotino. Enéadas. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. I, 3. p. 225
  3. Citado en ¿Todos los caracoles se mueren siempre? Como tratar la muerte en educación infantil. Varios autores. Ediciones de la Torre, 2010. ISBN 9788479604448. p. 269.
  4. Plotino. Enéadas. Ediciones Colihue SRL, 2007. ISBN 9789505630325. p. 112.
  5. Plotino. Enéadas. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. VI, 7. p. 473
  6. Plotino. Enéadas. Ediciones Colihue SRL, 2007. ISBN 9789505630325. Introducción. p. LXXXI.
  7. Plotino. Enéadas. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. VI, 7. p. 481
  8. Ibid p. 487
  9. Plotino. Enéadas. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. VI, 8. p. 514
  10. Ibid p. 514-515
  11. Ibid p. 515-516
  12. Ibid p. 516
  13. Ibid p. 522-523
  14. Ibid p. 523
  15. Ibid p. 523
  16. Ibid p. 529
  17. Plotino. Enéadas. Ediciones Colihue SRL, 2007. ISBN 9789505630325. p. 112
  18. Plotino. Enéadas. Ed. Gredos. Madrid, 1982. ISBN 8424908600. VI, 9. p. 553
  19. Ibid p. 556
  20. Una nueva interpretación de las últimas palabras de Plotino. Jesús Igal. Cuadernos de filología clásica. ISSN 0210-0746. Nº. 4, 1972, págs. 441-462
  21. Filosofía de los antiguos. Enrique Lynch. El País. Suplemento Babelia. 24 de Diciembre de 2005
  22. Ken Wilber. Ciencia y Religión. Ed. Gredos. Barcelona, 1998. ISBN 9788472454101. p. 33