Diferencia entre revisiones de «Ibn Hazm»

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* "En suma, Dios te honre, es el [[amor]] una dolencia rebelde, cuya medicina está en sí misma, si sabemos tratarla; pero es una dolencia deliciosa y un mal apetecible, al extremo de que quien se ve libre de él reniega de su salud y el que lo padece no quiere sanar".
* "En suma, Dios te honre, es el [[amor]] una dolencia rebelde, cuya medicina está en sí misma, si sabemos tratarla; pero es una dolencia deliciosa y un mal apetecible, al extremo de que quien se ve libre de él reniega de su salud y el que lo padece no quiere sanar".
** '''''[[w:El collar de la paloma|El collar de la paloma]]''', Capítulo I''
** '''''[[w:El collar de la paloma|El collar de la paloma]]''', Capítulo I''

* "En todas las cosas ocurre igual: las que crecen deprisa, deprisa se consumen, en tanto que las que tardan en nacer tardan también en acabarse".
** '''''[[w:El collar de la paloma|El collar de la paloma]]''', Capítulo V''


* [''Comentando '''«Nemo propheta acceptus est in patria sua»''', «Nadie es profeta en su tierra» (Luc., IV, 24)''] "Esto es particularmente verdad en España. Sus habitantes sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte; tienen en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensañan, en cambio, con sus caídas y tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país. Si acierta, dicen: 'Es un audaz ladrón y un plagiario desvergonzado'. Si es una medianía, sentencian: 'Es una nadería insípida y una mediocridad insignificante'. Si madruga en apoderarse del trofeo de la carrera, preguntan: '¿De dónde ha salido éste, dónde aprendió y cuándo ha estudiado...?'. Si la suerte le lleva luego por el camino de descollar claramente sobre sus émulos, o le hace abrirse una senda que no es la que ellos frecuentan, entonces se le declara la guerra al desgraciado, convertido en pasto de murmuraciones, cebo de calumnias, imán de censuras, presa de lenguas y blanco de ataques contra su honor. Le atribuirán lo que no ha dicho, le colgarán lo que no ha hecho, le imputarán lo que no ha proferido ni ha creído su corazón. Aunque sea hombre señalado y campeón de su ciencia, caso de no tener con el poder público relaciones que le procuren la dicha de salir indemne de los peligros y escapar de las desgracias, si se le ocurre escribir un libro, lo calumniarán, difamarán, contradirán y vejarán. Exagerarán y abultarán sus errores ligeros; censurarán hasta su más insignificante tropiezo; le negarán sus aciertos, callarán sus méritos y le apostrofarán e increparán por sus descuidos, con lo cual sentirá decaer su energía, desalentarse su alma y enfriarse su entusiasmo. Tal es, entre nosotros, la suerte del que se pone a componer un poema o a escribir un tratado: no se zafará de esas redes ni se verá libre de tales calamidades, a no ser que se marche o huya o que recorra su camino sin detenerse y de un solo golpe".
* [''Comentando '''«Nemo propheta acceptus est in patria sua»''', «Nadie es profeta en su tierra» (Luc., IV, 24)''] "Esto es particularmente verdad en España. Sus habitantes sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte; tienen en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensañan, en cambio, con sus caídas y tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país. Si acierta, dicen: 'Es un audaz ladrón y un plagiario desvergonzado'. Si es una medianía, sentencian: 'Es una nadería insípida y una mediocridad insignificante'. Si madruga en apoderarse del trofeo de la carrera, preguntan: '¿De dónde ha salido éste, dónde aprendió y cuándo ha estudiado...?'. Si la suerte le lleva luego por el camino de descollar claramente sobre sus émulos, o le hace abrirse una senda que no es la que ellos frecuentan, entonces se le declara la guerra al desgraciado, convertido en pasto de murmuraciones, cebo de calumnias, imán de censuras, presa de lenguas y blanco de ataques contra su honor. Le atribuirán lo que no ha dicho, le colgarán lo que no ha hecho, le imputarán lo que no ha proferido ni ha creído su corazón. Aunque sea hombre señalado y campeón de su ciencia, caso de no tener con el poder público relaciones que le procuren la dicha de salir indemne de los peligros y escapar de las desgracias, si se le ocurre escribir un libro, lo calumniarán, difamarán, contradirán y vejarán. Exagerarán y abultarán sus errores ligeros; censurarán hasta su más insignificante tropiezo; le negarán sus aciertos, callarán sus méritos y le apostrofarán e increparán por sus descuidos, con lo cual sentirá decaer su energía, desalentarse su alma y enfriarse su entusiasmo. Tal es, entre nosotros, la suerte del que se pone a componer un poema o a escribir un tratado: no se zafará de esas redes ni se verá libre de tales calamidades, a no ser que se marche o huya o que recorra su camino sin detenerse y de un solo golpe".

Revisión del 20:47 17 ene 2015

Abu Muḥammad ʿAli ibn Aḥmad ibn Saʿīd ibn Ḥazm
أبو محمد علي بن احمد بن سعيد بن حزم
Monumento a Ibn Hazm en la Puerta de Sevilla de Córdoba
Monumento a Ibn Hazm en la Puerta de Sevilla de Córdoba
Véase también
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Abu Muḥammad ʿAli ibn Aḥmad ibn Saʿīd ibn Ḥazm (en árabe: أبو محمد علي بن احمد بن سعيد بن حزم), más conocido como Ibn Hazm o Abenhazén (Córdoba, 7 de noviembre de 994 - Montíjar, Huelva, 15 de agosto de 1064[1]), fue un filósofo, teólogo, historiador, narrador y poeta andalusí. Muladí, es decir, de familia nativa hispana convertida al islam, fue un autor muy prolífico, y es conocido fundamentalmente por su obra más famosa, El collar de la paloma, el tratado sobre el amor más famoso del mundo musulmán.

Citas

D

  • "Difieren entre sí las gentes sobre la naturaleza del amor y hablan y no acaban sobre ella. Mi parecer es que consiste en la unión entre partes de almas que, en este mundo creado, andan divididas, en relación a como primero eran en su elevada esencia; pero no en el sentido en que lo afirma Muhammad ibn Dāwūd (¡Dios se apiade de él!) cuado, respaldándose en la opinión de cierto filósofo, dice que «son las almas esferas partidas», sino en el sentido de la mutua relación que sus potencias tuvieron en la morada de su altísimo mundo y de la vecindad que ahora tienen en la forma de su actual composición".

E

  • "En suma, Dios te honre, es el amor una dolencia rebelde, cuya medicina está en sí misma, si sabemos tratarla; pero es una dolencia deliciosa y un mal apetecible, al extremo de que quien se ve libre de él reniega de su salud y el que lo padece no quiere sanar".
  • "En todas las cosas ocurre igual: las que crecen deprisa, deprisa se consumen, en tanto que las que tardan en nacer tardan también en acabarse".
  • [Comentando «Nemo propheta acceptus est in patria sua», «Nadie es profeta en su tierra» (Luc., IV, 24)] "Esto es particularmente verdad en España. Sus habitantes sienten envidia por el sabio que entre ellos surge y alcanza maestría en su arte; tienen en poco lo mucho que pueda hacer, rebajan sus aciertos y se ensañan, en cambio, con sus caídas y tropiezos, sobre todo mientras vive, y con doble animosidad que en cualquier otro país. Si acierta, dicen: 'Es un audaz ladrón y un plagiario desvergonzado'. Si es una medianía, sentencian: 'Es una nadería insípida y una mediocridad insignificante'. Si madruga en apoderarse del trofeo de la carrera, preguntan: '¿De dónde ha salido éste, dónde aprendió y cuándo ha estudiado...?'. Si la suerte le lleva luego por el camino de descollar claramente sobre sus émulos, o le hace abrirse una senda que no es la que ellos frecuentan, entonces se le declara la guerra al desgraciado, convertido en pasto de murmuraciones, cebo de calumnias, imán de censuras, presa de lenguas y blanco de ataques contra su honor. Le atribuirán lo que no ha dicho, le colgarán lo que no ha hecho, le imputarán lo que no ha proferido ni ha creído su corazón. Aunque sea hombre señalado y campeón de su ciencia, caso de no tener con el poder público relaciones que le procuren la dicha de salir indemne de los peligros y escapar de las desgracias, si se le ocurre escribir un libro, lo calumniarán, difamarán, contradirán y vejarán. Exagerarán y abultarán sus errores ligeros; censurarán hasta su más insignificante tropiezo; le negarán sus aciertos, callarán sus méritos y le apostrofarán e increparán por sus descuidos, con lo cual sentirá decaer su energía, desalentarse su alma y enfriarse su entusiasmo. Tal es, entre nosotros, la suerte del que se pone a componer un poema o a escribir un tratado: no se zafará de esas redes ni se verá libre de tales calamidades, a no ser que se marche o huya o que recorra su camino sin detenerse y de un solo golpe".
    • Risāla fī faḍl al-Andalus («Epístola en elogio de al-Ándalus»)

N

  • "No acostumbro a fatigar más cabalgadura que la mía, ni a lucir joyas de prestado".

P

  • ¿Perteneces al mundo de los ángeles o al de los hombres?
Dímelo, porque la confusión se burla de mi entendimiento.
Veo una figura humana; pero, si uso de mi razón,
hallo que es tu cuerpo un cuerpo celeste.
¡Bendito sea Él que contrapesó el modo de ser de sus criaturas
e hizo que, por naturaleza, fueses maravillosa luz!
No puedo dudar que eres un puro espíritu atraído a nosotros
por una semejanza que enlaza a las almas.
No hay más prueba que atestigüe tu encarnación corporal,
ni otro argumento que el de que eres visible.
Si nuestros ojos no contemplaran tu ser, diríamos
que eras la Sublime Razón Verdadera.

Referencias