Diferencia entre revisiones de «Alfonsina Storni»

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* «Adherida a tu [[velocidad]], como la hoja a la rueda, lancé tímidas flechas a tus [[paisaje]]s soberbios. Y sólo pequeños rincones de formas recogió mi [[corazón]] adormecido».<ref name="FYP4" />
* «Adherida a tu [[velocidad]],<br/>como la hoja<br/>a la rueda, <br/>lancé tímidas flechas<br/>a tus [[paisaje]]s soberbios.<br/>Y sólo<br/>pequeños<br/>rincones de formas<br/>recogió mi [[corazón]]<br/>adormecido».<ref>''El cazador de paisajes'', en [http://www.mml.cam.ac.uk/spanish/sp12/gender/Storni/ Selection of the later poems of Alfonsina Storni]</ref>
** ''Fuente:'' ''El cazador de paisajes''.
** ''Fuente:'' ''El cazador de paisajes''.



Revisión del 21:35 13 may 2012

Alfonsina Storni Martignoni
«Bravo león, mi corazón tiene apetitos, no razón».
«Bravo león, mi corazón
tiene apetitos, no razón».
Véase también
Biografía en Wikipedia.
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Alfonsina Storni Martignoni (n. Sala Capriasca, Suiza; 22 o 29 de mayo de 1892 – m. Mar del Plata, Argentina; 25 de octubre de 1938) fue una poetisa y escritora argentina del modernismo.

Poemas

  • «Adherida a tu velocidad,
    como la hoja
    a la rueda,
    lancé tímidas flechas
    a tus paisajes soberbios.
    Y sólo
    pequeños
    rincones de formas
    recogió mi corazón
    adormecido».[1]
    • Fuente: El cazador de paisajes.
  • «Ah, me resisto, mas me tienes toda,
    tú, que nunca serás del todo mío».[2]
    • Fuente: Tú, que nunca serás.
  • «Alma: ¿Dónde está el oro aquel que viste?
    Todo ha cambiado cuando estuvo enfrente;
    Mis ojos tocan realidad tan triste
    Que digo: es el presente».[3]
    • Fuente: Languidez.
  • «Baja: mi corazón te está pidiendo.
    Podrido está; lo entrego a tus cuidados.
    Pasa tus dedos blancos suavemente
    sobre él».[2]
    • Fuente: Palabras manidas a la luna.
  • «Bebe de las rocas;
    duerme sobre escarcha;
    renueva tejidos
    con salitre y agua.
    Habla con los pájaros
    y llévate al alba. Y cuando las carnes
    te sean tornadas,
    y cuando hayas puesto
    en ellas el alma
    que por las alcobas
    se quedó enredada,
    entonces, buen hombre,
    preténdeme blanca,
    preténdeme nívea,
    preténdeme casta».[4]
    • Fuente: Tú me quieres blanca.
  • «Como a un muñeco destripé tu vientre y examiné sus ruedas engañosas y muy envueltas en sus poleas de oro hallé una trampa que decía: sexo».[3]
  • «¿Cómo decir este deseo de alma? Un deseo divino me devora; pretendo hablar, pero se rompe y llora esto que llevo adentro y no se calma».[5]
  • «Cuando sobre tu pecho mi alma fue apaciguada, y la dulce criatura, tuya y mía, deseada, yo puse entre tus manos toda mi fantasía».[3]
  • «¿De qué desierto antiguo eres memoria que tienes sed y en agua te consumes y alzas el cuerpo muerto hacia el espacio como si tu agua fuera la del cielo?». [5]
  • «Gimen porque nace el sol. Gimen porque muere el sol...Todo está allí, apretado en la cuenca, donde, pájaro quieto, aguarda».[5]
  • «Hombre pequeñito que jaula me das. Digo pequeñito porque no me entiendes, ni me entenderás. Tampoco te entiendo, pero mientras tanto ábreme la jaula que quiero escapar. Hombre pequeñito, te amé media hora, no me pidas más».[2]
  • «La primavera dulce que me enseñara a amarte, la primavera misma que me ayudó a lograrte».[5]
  • «Luz de los astros: todos mis poros se abren sintiendo vuestros tesoros que son trasuntos de inmensidad, y en esta hora soy una cuerda, cuerda que espera que algo la muerda, para dar notas de tempestad».[4]
  • «Mariposa ebria, la tarde, giraba sobre nuestras cabezas estrechando sus círculos de nubes blancas hacia el vértice áspero de tu boca que se abría frente al mar alineando sus blancos lobeznos».[5]
  • «Mas... ¿Lo que fue? ¡Jamás se recupera! ¡Y toda primavera que se esboza es un cadáver más que adquiere vida y es un capullo más que se deshoja!».[4]
  • «Oh, muerte, yo te amo, pero te adoro, vida... Cuando vaya en mi caja para siempre dormida, haz que por vez postrera penetren mis pupilas el sol de primavera».[3]
  • «¡Pobrecitas y mansas ovejas del rebaño! No temáis a la loba, ella no os hará daño. Pero tampoco riáis, que sus dientes son finos ¡Y en el bosque aprendieron sus manejos felinos!». [3]
  • «Porque mi alma es toda fantástica, viajera, y la envuelve una nube de locura ligera cuando la luna nueva sube al cielo azulino».[3]
  • «¿Qué mundos tengo dentro del alma que ha tiempo vengo pidiendo medios para volar?». [2]
  • «Que un no ser, que es un más ser, doblado, prendido estás aquí y estás ausente por praderas de magias y de olvido».[5]
  • «¿Recuerdas tú? La casa era un arrullo, un perfume infinito, un nido blando: nunca se dijo la palabra cuando. Se decía, muy quedo: mío y tuyo».[3]
  • «Se hacen tus ojos demasiado azules, cubren tus manos impalpables tules y algo divino te levanta en vuelo».[2]
  • «Sé la frase que encanta y que comprende, y sé callar cuando la luna asciende enorme y roja sobre los barrancos».[2]
  • «Selvas tengo en el corazón; árboles gruesos prietos de ramas; yuyos, retamas, flores de malvón, pájaros en las ramas, todo eso tengo en mi corazón».[5]
  • «Seré en tus manos una copa fina pronta a sonar cuando vibrarla quieras... Destilarán en ella primaveras, reflejará la luz que te ilumina. Seré en tus manos una copa fina».[5]
  • «Si en una de tus casas, Buenos Aires, me muero viendo en días de otoño tu ciclo prisionero, no me será sorpresa la lápida pesada. Que entre tus calles rectas, untadas de su río apagado, brumoso, desolante y sombrío, cuando vagué por ellas, ya estaba yo enterrada».[4]
  • «Sobre los tanques frescos de los sapos los grillos mueven verdes batallones».[2]
  • «Sólo el hombre, pequeño, cuyo humano latido en la tierra es un sueño, ¡Sólo el hombre hace ruido!».[5]
  • «Ten paciencia, mujer que eres oscura: algún día, la forma destructora que todo lo devora, borrará mi figura. Se bajará a mis libros, ya amarillos, y alzándola en sus dedos, los carrillos ligeramente inflados, con un modo de gran señor a quien lo aburre todo, de un cansado soplido me aventará al olvido».[4]
  • «Tiempo y tranquilidad me han faltado, hasta hoy, para desprenderme de mis angustias y ver así lo que está a mi alrededor. Pero, si continúo escribiendo, he de procurarme el tiempo y la tranquilidad que para ello me harán falta».[4]
  • «Un día habré dormido con un sueño tan largo que ni tus besos puedan avivar el letargo. Un día estaré sola, como está la montaña entre el largo desierto y la mar que la baña».[4]
  • «Un día, suavemente, con sus corteses modos, hizo el hombre la jaula para encerrarte allí. Y ahora te contempla, apoyado de codos, sobre el hierro prudente que lo aparta de ti».[4]
  • «Una fase brutal te corta el paso y aún rezas y no sabes si el que empuja te arrolla sierpe o ángel se despliega».[2]
  • «Una mano invisible acaricia calladamente la pulpa triste de los mundos rodantes. Alguien, a quien no comprendo, me macera el corazón de dulzura».[4]
  • «Una mística flor, técnica y fría, que el pomo de colores, semillero de seres planos que el dibujo alienta, si bien terrestre, de un trasmundo viene».[3]
  • «Vueltas y vueltas doy por esas calles; por donde quiera, me siguen las paredes silenciosas, y detrás de ellas, en vano saber quiero si los hombres mueren o sueñan».[5]
  • «Y cigarras sonoras, y piedras calcinadas, se asoman a mis largas siestas, sin que concluya este lento desfile de puntos por mis manos. Y a ratos, en el aire que impregnan los manzanos, van y vienen dos frases: Eres mía. Soy tuya».[4]
  • «¿Y vendrás tú? Se cubren alegras, mis floreros de madreselvas. Anda por los largos canteros la risa azul del no me olvides y se cargan las vides».[3]
  • «Y yo no tendré miedo de morenas ni rubias, pues cerraré los ojos y te diré: soy tuya».[5]
  • «Yo no estoy y estoy siempre en mis versos, viajero, pero puedes hallarme si por el libro avanzas dejando en los umbrales tus fieles y balanzas: requieren mis jardines piedad de jardinero».[4]

Referencias