José Miguel Carrera

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José Miguel de la Carrera y Verdugo
«Ha llegado la época de la independencia americana, nadie puede evitarla».
«Ha llegado la época de la independencia americana, nadie puede evitarla».
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José Miguel de la Carrera y Verdugo (n. Santiago de Chile; 15 de octubre de 1785 - m. Mendoza; 4 de septiembre de 1821) fue un político y militar chileno. Prócer de la emancipación de Chile y destacado participante en las guerras de independencia, jefe de Gobierno y primer general en jefe del Ejército. Considerado como el primer caudillo en la historia republicana de este país, y uno de los primeros de América.

Citas[editar]

  • «Ha llegado la época de la independencia americana, nadie puede evitarla. La España está perdida y si nos dejamos llevar por infundados recelos seremos presa del primer advenedizo que quiera subyugarnos».[sin fuentes]
    • Nota: Carta a su padre.
  • «Este viejo demente ni era patriota ni sarraceno, y por sí nada podía hacer».
    • Fuente: Opinión de Carrera acerca de Mateo de Toro Zambrano, Diario Militar del Jeneral don José Miguel Carrera 1810-1814, pp 8.
  • «Mackenna no entendía palabra de artillería; aseguro sin ponderar que un sargento sabía más que él, porque podría distinguir la cureña del cañon. [...] No quiero pasar en silencio las disposiciones de Mackenna, [re]conozcamos de todos modos su pobre cabeza y no creamos en lo futuro que son grandes hombres todos los que hablan inglés».
    • Fuente: Opinión de Carrera acerca de Juan Mackenna, Diario Militar del Jeneral don José Miguel Carrera 1810-1814, pp 31.
  • «Comencemos, pues, en Chile, declarando nuestra Independencia. Tiempo es que las provincias revolucionadas establezcan de una vez lo que ha de ser siempre: La Independencia que les librará del título de rebeldes que le dan sus agresores».
    • Fuente: Aurora de Chile, el 4 de julio de 1812.
  • «Nuestra juventud es la edad de la energía, del vigor y de la magnanimidad. Si es capaz de grandes pasiones, lo es también de grandes virtudes y grandes intentos».
    • Fuente: Aurora de Chile, 23 de julio de 1812.
  • «Vamos, no a luchar, sino a vencer; la seguridad de la patria pende de vuestro esfuerzo; soldados, corramos a la victoria y volvamos a nuestros hogares coronados del amor y la virtud».[sin fuentes]
    • Nota: Proclama al ejército.
  • «Mi familia era insultada [...] Don Santiago Bueras en Rancagua, entró acompañado de tres oficiales a insultar a mi mujer, con las más infames expresiones y muy propias para prostitutas. Éstas y otras infinitas pruebas de bajeza con que procedían mis enemigos me provocaban a la venganza, y me habría sido muy dulce destruir unos hombres tan perjudiciales; pero temí que el enemigo, aprovechando los momentos de discordia, hubiese triunfado. Nada era el sacrificio de nuestras personas por la salud de la Patria».
    • Fuente: Denuncia contra Santiago Bueras, Diario Militar del Jeneral don José Miguel Carrera 1810-1814, pp 235-236.
  • «Si los poderosos pueblos de América combinan sus operaciones y establecen sus relaciones, acabarán de un soplo con sus enemigos. Es obra muy difícil en las actuales circunstancias, pero nada se opone a la constancia y a la buena intención».[sin fuentes]
    • Nota: Carta a Simón Bolivar, 6 de julio de 1816.
  • «Vosotros compatriotas, que sabéis burlaros del mar con denuedo y bizarría, vais a cubriros de gloria, salvando al país y escarmentando el atrevimiento insolente de los malvados».[sin fuentes]
    • Nota: Arenga a la marinería.
  • «Mi esposa es mi más fiel y sigiloso confidente en todos mis pasos, valen más nuestras mujeres que nuestros hombres para la revolución».[sin fuentes]
    • Nota: Carta a su esposa Mercedes Fontecilla, 9 de marzo de 1818.
  • «Siempre me pareció digno de un hombre honrado sacrificar su reputación a la de su Patria. Si esta máxima no constituye el heroismo, es, por lo menos, el resumen de las virtudes más sublimes del ciudadano».
    • Fuente: Manifiesto que hace a los pueblos de Chile el ciudadano José Miguel de Carrera (4 de marzo de 1818), pp 1. Sótano de Mendoza, 4 de septiembre. 1821 - 9 de la mañana.
  • «Mi adorada pero muy desgraciada Mercedes: un accidente inesperado, y un conjunto de desgraciadas circunstancias me han traído a esta situación triste: ten resignación para escuchar que moriré hoy a las once, sí mi querida, moriré con el sólo pesar de dejarte abandonada con nuestros cinco tiernos hijos en un país extraño, sin amigos, sin relaciones, sin recursos - Más puede la providencia que los hombres!».[sin fuentes]
    • Nota: Carta a su esposa horas antes de morir.
  • «Pido a las generaciones futuras que algún día reivindiquen mi nombre, ya que muero como un bandido en tierra extraña».[sin fuentes]
    • Nota: Mendoza, 4 de septiembre de 1821.
  • «¡Muero por la libertad de América!».[sin fuentes]
    • Nota: Al momento de morir, 4 de septiembre de 1821.

Sobre José Miguel Carrera[editar]

  • «Príncipe de los caminos
Hermoso como un clavel
embriagador como el vino
era don José Miguel.
¿Quién fue el primero que dijo,
libertad en nuestra tierra,
sin reyes y sin tiranos...?
¡Don José Miguel Carrera!».
    • Pablo Neruda, extracto del Romance de los Carrera.
    • Nota: Carrera tenía 35 años, era alta y generosa su presencia, tenía el cabello negro, frente espaciosa, ojos negros y penetrantes, nariz aguileña.
  • «El era honorable, emprendedor y bravo; franco con sus amigos, libre de disimulación o envidia, compasivo y generoso hasta el extremo. Su genio era suave e igual; ni la adversidad ni la buena fortuna podían perturbar la elevación de su alma. Su humanidad era tan excesiva, que casi no merecía el nombre de virtud, porque traspasando los límites que la prudencia prescribe, degeneraba en inexplicable falta o debilidad. Un enemigo, por criminal que fuese, era tratado con la misma generosidad y compasión. Aun los asesinos de nuestros soldados y compañeros eran salvados, ofreciéndoles así la ocasión de continuar haciéndonos mal».[sin fuentes]
  • «Esta magnanimidad que habría inmortalizado a Carrera en cualquier parte del mundo, era perdida en América, donde tal virtud es poco conocida y menos practicada. Sus enemigos atribuían su generosidad al miedo, y en algunos de sus papeles públicos tenían la imprudencia de llamar cobarde al que con 150 hombres y solos recursos de su genio, había hecho vacilar a los gobiernos y gobernantes desde el Atlántico hasta el Pacífico».[sin fuentes]
  • «Si su ambición era vivir sin una mancha de sangre, crueldad o injusticia echada sobre su carácter, él logró sus deseos; pero es más que probable que sus bárbaros enemigos nieguen todas sus buenas calidades».
    • William Yates, lugarteniente irlandés de Carrera.
  • «Él es un patriota de la primera clase, y no puedo expresar mejor mi opinión de sus cualidades, que diciendo que es el Washington del Sur. En él los Norte-Americanos encontrarán siempre un amigo, y si alguna ventaja debe resultarnos de relaciones con el Sur, en él más que en ninguna otra persona cuento para llevar adelante tan dichoso resultado. Las esperanzas de Chile están en Carrera. Destruido él, Chile será una fácil presa del despotismo. Bien deben ellos temer una guerra civil en Chile; no de Chilenos y Patriotas, pero sí de Chilenos contra una facción de Buenos Aires que desea esclavisarlos».
  • «Sí, Carrera amaba con delirio aquel delicioso conjunto de su patria. Todo se lo consagró a ella desde la cuna al suplicio; el alumno del colegio Carolino que se escapaba por las paredes del aura para ir a apostar en las carreras de las haciendas de su padre, cabalgando en los potros que él pillaba con su lazo; el húsar de España que desertó de su regimiento para venir a enrolarse entre los reclutas de Chile; el Dictador de su patria por el prestigio de su brillante juventud; el emisario, después, de la América perdida en otra América libre que se alzaba ya, recién nacida, como un gigante que asustaba al Universo; el escritor y el obrero de Montevideo; el soldado de fortuna de Santa Fé; el Dictador, otra vez, de una gran nación extraña y por él sólo vencida; el Pichi-Rey de las tolderías del río Colorado; el Montonero de las Pampas; el brujo de las sierras de Córdoba; el ajusticiado, en fin, de Mendoza, fue siempre chileno, y siempre digno de Chile».
  • «Se le acusa de impetuoso, ambicioso, turbulento, sí, era impulsivo como es impulsivo todo hombre que siente en su pecho un ideal grande y noble cuya realización persigue con ansias. Él quería la libertad de su patria, y sentía aquel impulso en forma violenta que lo obligaba a olvidar su persona y su vida para alcanzar el objetivo de su existencia. No buscaba el poder por el poder, conocía la poca acción de los hombres que los rodeaban y como su superioridad era indiscutible, sentía el impulso de dirigir personalmente los acontecimientos para alcanzar el fin perseguido».

Referencias[editar]